sábado, 21 de noviembre de 2009

Las delicias de una madura




Seguimos besándonos mientras lentamente quitaba su ropa ahí en la sala de su casa, ni tiempo de ir a la recámara, terminé de desnudarla, tenía un monte súper, el color era castaño y los labios vaginales muy rojos, la senté el sillón más amplio y la abrí totalmente de piernas, que ricura me empecé a comer, pasé lentamente mi lengua sobre sus labios vaginales, ella solo alcanzaba a gemir.

Hola estimados lectores, antes que nada les diré que soy un lector muy asiduo de estos relatos, esto que les cuento es real, aunque quizás a algunos no les parezca, pero en fin es cosa de ellos, les comento que soy de La Veracruz México, concretamente de la su capital, Xalapa, una ciudad muy culta y hasta cierto punto sumamente conservadora, en especial las personas maduras, es por ello que me sorprendió mucho esto que me sucedió y ojaláa me pasara más seguido.

Eso pensaba hasta hace poco, resulta que soy casado. tengo 33 años y muy caliente, me considero buen amante y un hombre dispuesto a disfrutar y darle placer a una mujer, siempre me han encantado las maduras, son mi delirio, resulta que hace unos meses estando en un chat me abordó una persona por un mensaje que yo enviaba insistentemente a la sala, era una señora de 48 años, en el mensaje solicitaba una mujer ardiente, ella me cuestionó, que si en verdad me sentía capaz de poder apagar su ardor, comenzamos a platicar cosas cachondas, y cuando me dijo que era de mi ciudad casi me vengo de la emoción.

Acordamos una cita en su casa, ella es divorciada, a las dos de la tarde estaba tocando la puerta de su casa con la verga bien parada, ella abrió la puerta, una señora en toda la extensión de la palabra, quien la ve en la calle no piensa que se masturba leyendo en internet o teniendo cibersexo en salas del chat, apenas entré me recibió con una beso cálido que casi me saca la respiración, se notaba que tenía meses sin sexo, nos besamos como locos, nuestras lenguas se enroscaban en su boca y pasaban a la mía mientras mis manos recorrían su cuerpo, no tan escultural, ya que los años han hecho mella en el, aun así está muy buena, mis manos recorrían sus nalgas.

Empezó a suspirar, hummmm, papi que rico besas, decía ella mientras masajeaba mi erecta verga, cuyas medidas son normales, 18 cm de largo y eso sí, gruesa, la masajeaba como si ello fuera lo más deseado en su vida.

Seguimos besándonos mientras lentamente quitaba su ropa ahí en la sala de su casa, ni tiempo de ir a la recámara, terminé de desnudarla y hummm, que rico, un monte súper, el color era castaño y los labios vaginales muy rojos, la senté el sillón más amplio y la abrí totalmente de piernas, humm, que ricura me empecé a comer, pasé lentamente mi lengua sobre sus labios vaginales, ella solo alcanzaba a decir. – Siiiiiii, sigue mi pequeño, más amor, más, besa el botón, tomaba mi cabeza, la subía y bajaba con desesperación, yo estaba arrodillado a sus pies y subí sus piernas en mis hombros, con esto tenía a plenitud tanto su vagina como su ano rico, mi lengua no paraba, mientras mis dedos pasaban por sus pezones mi lengua estaba en su clítoris, lo mordía suavemente, ella gemía, -Dale amor, que ricooo, hummm, que bien mamas papi, mi lengua bajaba por sus labios vaginales, entraba y salía de su vagina y bajaba por su ano ahí lo mordía los bordes y ella se tensaba pedía más.

Mientras tanto mis manos estaban entrando y saliendo de su vagina,- Ya papi, me vengo me vengoo, hummm, y se vino en mi boca, tomé sus jugos y subí lentamente besando su cuerpo, sus pechos, su ombligo hasta llegar a sus flácidos pero ricos pechos, los mordí, los besé, chupé hasta que ella nuevamente empezó a gemir, – Huumm, siii, que rico, cómeme, mámame, yo seguía sus ordenes y ponía máas atención a lo que hacía, mi boca en sus senos y mis dedos en su vagina y ano, entrando y saliendo, en toda la casa solo se oía, – Hummmm, ricooo, massss, asiiii, asiiiii que placerrr.

No dejaba de hablar, la verdad es que estuve más de 50 minutos con eso de sus pechos a su vagina y de ahí a su culo y de regreso, siempre con la lengua, es algo que me encanta y a ella le fascinó, después algunos orgasmos y peticiones de que la poseyera le hice caso, ya estaba al borde le la locura con el tiramiento que le había dado y yo estaba satisfecho con sus jugos, así que procedí a penetrarla, no sin antes darle un poco de placer adicional, le abrí las piernas lo más que pude y puse la punta de mi verga en su cueva, ahí la restregué suavemente, mi pene en su clítoris ella solo pedía,

– Ya penétrameeee, hummm, me matas de placer dale mijo, dale adentro yaaaaa, ayyyyyy siiiii, yaaaaaaa…

Yo seguía dándole igual frotando en su clítoris, vagina y ano para una locura total, fue tanta su desesperación que con sus piernas se ayudó y se penetró ella sola de un solo golpe, mi verga entró como en mantequilla hasta el fondo de su cuevita húmeda y hambrienta. -Huuuumm, que ricooo, así metela adentro todaaaa, siiiiiiiii, es lo que alcanzó a decir, mi verga entraba y salía muy ricooooooo, yo que estaba súper caliente preferí cambiar de posición para que ella llevara el ritmo y sin sacarla de ahí hice que se montara en mí.

- Hummm, ricooo, que verga tan sabrosa, decía y se movía más, tomé sus pechos y los mamé como nunca, sentí que me venía, la tomé por las nalgas y metí mi dedo en su ano, ella solo alcanzó a exclamar, – Ricooooo amor, ricoooooo, aaaayyyyyyyyyyyyy, y ambos nos venimos a la par.

Después de esto ella se quedó sobre mí y la besé en la cara, en sus mejillas, en su cuello, sus labios, en fin todo lo que una mujer necesita después de un momento como este, mi verga se quedó ahí dentro hasta que perdió su erección, me dio las gracias, por que según ella nunca había gozado tanto y le había despertado un nuevo deseo, el sexo anal, pero esa historia la contaré después si es que veo publicada esta si no ni modo.

viernes, 13 de noviembre de 2009