viernes, 23 de abril de 2010

El secreto de mi jefa



En mi primer día de trabajo, descubrí que mi jefa era algo más de lo que aparentaba. Y me sedujo con malas artes.

Era mi primer día en un pequeño almacén de materia de oficina. Tenía un contrato para suplir la baja de uno de los mozos que había caído enfermo. Así que llegué temprano e intenté causar una buena impresión desde el comienzo.

Trabajé a buen ritmo y de forma obediente, pero mientras estaba en el descanso, tomando café con mis compañeros, llegó un repartidor. Así que renuncié momentáneamente al café para recogerle el envío. –Ah, toma, el albarán – dijo el mensajero – tiene que firmármelo alguien – concluyó.

- Sube y que te lo firme Merche, la secretaria – dijo uno de mis compañeros con el café todavía humeante en su taza. Así que subí las escaleras y me dirigí al despacho de Merche, pero allí no había nadie. “Habrá salido, pensé”. Y al salir se me ocurrió entrar al despacho de Raquel, la jefa. Para ver si firmaba el dichoso albarán. Llamé a la puerta con dos golpecitos, pero al no encontrar respuesta, me aventuré en su interior.

También estaba vacío, pero escuche la voz de Raquel hablando con alguien detrás de una puerta. Con la caja y el albarán en brazos, caminé de forma sigilosa hasta la puerta de la que procedía su voz.

Era un baño, y en su interior, con la puerta entreabierta pude ver la silueta de Raquel, que estaba de espaldas a mí, hablando por el teléfono y meando…. De pie, como un hombre. Me quedé de piedra. Me dispuse a abandonar el lugar despacio, pero me golpeé con la mesa y se me cayó la caja al suelo.

Ella salió del baño al escuchar el ruido, colocándose la falda y dijo a su interlocutor –Si, te llamo luego, chao- Yo estaba pálido, y boquiabierto.

- Hola, Santiago – me dijo con su voz de “chica” o al menos así sonaba. - Perdona, yo llamé y… – no supe decir más. Ella se dirigió adonde yo estaba y mientras yo recogía la caja, ella se agachó a por el albarán. Me lo firmó, y me lo pasó diciendo – Santi, ¿sabes guardar un secreto? Me ha costado mucho levantar esta pequeña empresa y no deseo que esto salga de aquí. Te ofrezco mil euros. Sólo por estar calladito, ¿podrás? - Mis labios están sellados – respondí. Estaba bastante pelado y ese dinero no me venía nada mal.

- Ok, ven aquí diez minutos después de que halláis salido de trabajar. Te abriré la puerta para que subas a mí despacho y poder dártelos.

El día transcurrió con frenesí, hubo muchos pedidos. Pero yo me sentía perturbado por lo que había visto, y no me lo quitaba de la cabeza. En todo caso, el turno acabó y me dirigí a mi coche. Esperé que todo el mundo abandonara el almacén. Y llegó el coche de Raquel. Ella abrió la puerta del edificio y yo esperé cinco minutos para subir.

Esta vez la puerta de su despacho estaba abierta. Así que entré. Raquel estaba sentada en su mesa. – Siéntate, anda. – Yo me senté. Estaba nervioso y tenía la boca seca. No sabía como acabaría esa desazón.

- ¿Estás bien, Santi? Te veo un poco nervioso. ¿Quieres beber algo? – Ella tenía un vaso con alguna especie de zumo de color oscuro dentro.- Tengo zumo de arándanos, si te apetece. - Si, zumo está bien.

Me sirvió un vaso. Lo tomé de un trago, estaba algo fuerte, pero calmó mi garganta.

-Bueno, espero que no pienses que te iba a engañar, aquí tienes los mil euros – sacó un fajo de billetes del interior de un cajón. Lo puso en la mesa. – Yo me he sentido siempre mujer, espero que puedas entenderlo. Pero no quise renunciar a perder la capacidad de sentir placer, así que no me he operado. Y me encanta sentir placer, necesito sentir placer. Hace dos meses que no tengo sexo con nadie y estoy un poco harta. – Empezó a quitarse la chaqueta y yo me agarré al asiento un poco asustado. Tras la chaqueta, fue la blusa, que en ausencia de sujetador, dejó al aire para mi sorpresa unos pechos bonitos de tamaño medio. Bien proporcionados y con pezones oscuros y no muy grandes. Buen cirujano, pensé.

- Te ofrezco otros mil euros por un trabajito- sacó otro sobre del mismo cajón. Raquel era una morena de pelo rizado con una cara bastante atractiva, una piel bronceada, y unos pechos bonitos. De pie y de espaldas, su falda contorneaba unas piernas fibrosas y bonitas…. Pero era un hombre. Y yo me quedé pensando en eso. Y en los dos mil euros que podía ganar esa tarde. Y me hubieran sacado de mis apuros financieros. Pero mil ya eran míos y ella tenía rabo.

-Sólo te pido que me comas un poquito- sonrió con cara de niña buena.

Empecé a sentir mucho calor en el cuerpo, quizá fuera el nerviosismo. Una idea me cruzó la cabeza. ¿Tan malo sería chupar un poco una polla? Oh, no. Ese pensamiento me trastornó. Y lo borré de mi cabeza. -Un segundo, necesito ir al lavabo – y me levanté como un resorte de la mesa. En el baño, me eché agua fría en la nuca y en la cara. Miré mi entrepierna… Imposible, estaba empezando a tener una erección. No podía ser verdad. Yo soy heterosexual, no me gustan los rabos.

Salí del baño algo mareado y con un calor en el cuerpo terrible. - No te preocupes, no te pasa nada malo…- dijo ella- es sólo que he puesto unas gotas de éxtasis líquido y un poco de viagra en el zumo. Es mi mezcla para el polvo perfecto.- Y se bebió su vaso.

Miré a Raquel, que totalmente desnuda a excepción de sus medias de rejilla se acercaba hacia mí. Su miembro, al igual que su piel lucía un todo ligeramente oscuro. Pero su glande era blanco. Se dedicó a desnudarme mientras me comía el cuello y la oreja. Olía a un perfume sutil pero embriagador.

Se tumbó en un diván mientras masajeaba su polla que estaba bastante morcillota por la excitación. Yo me resistía en mi interior, pero mi deseo crecía y crecía.

-Eres muy guapo, tienes unas espaldas anchas y unos brazos fuertes. Me pusiste a mil, esta mañana. Llevo todo el día pensando en que me comas.-

Yo estaba a punto de estallar, no sabía que hacer. Lo poco que quedaba de mis principios sexuales luchaba contra la idea de comerle la polla. Pero no pude más, las drogas desinhibieron mi mente por completo y mi erección se salía de orbita. Miré su cuerpo dorado otra vez mientras me acerqué hasta ella. Me puse de rodillas, y ella desde el sofá metió su pulgar en mi boca. La uña pintada de morado jugó con mis labios. -¿Quieres comerte un rabo, cariño? ¿Tu primer rabo?- - Si- dije –Dios, me apetece… mucho.

Me lance a darle lametones a esa polla que tenía enfrente. Recorrí su tronco en rápidos lengüetazos hasta que se puso dura como el hierro. Medía unos quince centímetros de largo pero era muy gorda. Noté el sabor del líquido preseminal cuando me metí el glande en la boca. Sabía salado y dulce a la vez. Mi mente creyó flotar. Era maravilloso sentir su miembro como se endurecía y palpitaba. Ese sabor salado y dulce me llenaba los sentidos. Los pezones de Raquel estaban duros y sus pechos se movían cada vez que me metía esa polla en la boca. Nunca antes había comido una polla, y mi excitación de hacer algo tan prohibido y tan… bueno. Podría haberme corrido sin tocarme. Perdí el control.

Con mi mente totalmente fuera de sí, y desinhibida hasta el límite, todo lo demás dejó de tener importancia. Perdí la noción del tiempo y los recuerdos posteriores son lagunas mezcladas con vívidos recuerdos que procederé a relatar.

Recuerdo que le pedí que me comiera a mí también y ella me dijo que eso valía mil euros, deduzco que acepté porque lo siguiente que recuerdo es estar tumbado en el sofá. Ella me estaba mamando de una forma suave y delicada mientras notaba cómo jugaba con un pequeño vibrador en mi culo. Cada vez que lo hundía en mi ano me atravesaba una oleada de placer eléctrico. Entre el roce de las terminaciones nerviosas y la próstata me estaba llevando al infinito.

Perdí el norte otra vez. Mi siguiente recuerdo fue ella cabalgándome mientras se ensartaba mis diecisiete centímetros en su estrecho culito. Sus pechos botaban suavemente y no sabía a que mirar… Si a su carita de niña mala o a su hermoso, babeante y hermoso pene.

Tras eso, nos sumimos en un 69 brutal. Yo estaba arriba y trataba de tragar lo máximo de polla que era capaz. Mientras Beatriz compaginaba una garganta profunda con las penetraciones del consolador en mi culito.

¿Quieres que te desvirgue? – dijo ella. – Serán otros mil euros. No recuerdo lo que pasó pero lo intuyo, porque debí decir que sí. Ya que ella se encontraba tumbada en el diván y yo sobre ella. Con la punta de ese gigantesco nabo tratando de entrar en mi culito. Ella fue muy paciente, y esperó varios minutos, en los que milímetro a milímetro pude albergar su miembro. Al principio tenía cierto nivel de dolor. Mi culito era primerizo y me dolía un poco. Pero a cada bombeo fue cediendo hasta convertirse en un placer inimaginable. Me sentía “lleno”. Podría haberme corrido allí mismo, pero la viagra mantuvo mi templanza. Empecé a cabalgarla. Cada vez que me la tragaba entera, el placer se disparaba. Era un placer rebosante y pleno. Es increíble sentirse llenado por una polla. Indescriptible. Me incline sobre ella y nos dimos unos largos besos.

Sentí marearme de placer y me eché a un lado. Mientras recuperaba la consciencia, sentí que me ponía las manos en la espalda. Y me las ató con algún tipo de cuerda. Me empujó hasta que apoyé la cara contra el sofá. Intenté levantarme. Mis rodillas se apoyaron en el sofá y ella aprovecho para clavármela de manera salvaje. Con todo su peso se apoyo sobre mí para follarme el culo brutalmente. Intenté revelarme, pero no pude. Y acabé dejándome hacer completamente.

Se aprovecho de mi posición para penetrarme a gran velocidad. Me sentí esclavo de su placer, y me encantó. Me dejé hacer hasta que ella quiso. Me dio la vuelta. Y con las manos todavía atadas me tumbó boca arriba. Subió mis piernas sobre sus hombros y volvió a penetrarme mientras me pajeaba. No tardé mucho en correrme. Llené mi vientre con grandes chorros se semen líquido. Y cuando eso sucedió, no perdí la erección, por efecto de las drogas y a excitación. Ella se echó sobre mí para introducirse mi pene y me cabalgó mientras se pajeaba. Deshizo esta postura al cabo de poco tiempo.

Se acercó a mi cara y me introdujo su majestuoso pollón en mi boca. Siguió pajeándose mientras me profanaba la boca. Pero rápidamente se retiró de mis labios. Inclinó su miembro sobre mi boca y tras dos movimientos salió un tremendo y espeso chorro de semen. Era un borbotón realmente espeso, de olor y sabor muy fuertes. Que fueron acompañados por otros dos más. Intenté escupirlos, por los remordimientos heterosexuales que me vinieron a la mente. Un poco salió por mi barbilla, pero ella me lo introdujo todo otra vez arrastrando los espesos efluvios con sus dulces uñas moradas. - Cómete el fruto prohibido, te va a gustar.- me dijo mientras me metía la uña en la boca- bébete mi esencia y nunca me olvidarás.

Por increíble que parezca mientras sus dedos acariciaban mi boca, me lo tragué todo lentamente. Y me sentí ultra corrompido e increíblemente caliente. Tanto que me corrí otra vez. –Ahora ya eres mío- me susurró al oído.

Ya no trabajo en ese sitio. Pero veo a Raquel muy a menudo. Me he enamorado de su preciosa cara y de su cuerpo. Y a la vez necesito que me rompa el culo de vez en cuando. Espero que muchos de vosotros/as, os sintáis identificados. No tengáis miedo. Os invito a probar la experiencia.

martes, 6 de abril de 2010

Sodomizada en el parque



Amalia y unas amigas habían quedado para salir y divertirse un poco esta noche. La noche se presentaba calurosa y Amalia mientras terminaba de ducharse pensaba en la ropa que ponerse.


Llegó la hora de quedar y ella se presento en el lugar acordado con un vestido negro cortito para lucir sus piernas, ya que Amalia era alta sobre 1.75, cabello largo moreno con mechas rubias, un culito respingón pero no muy marcado por lo que no solía ponerse ropa interior, ojos verde oscuro y unos pechos muy sugerente de talla 105, a ella le incomodaban un poco porque era lo que mas se marcaba de su cuerpo pero según las ocasiones los mostraba mas o menos. Para esta ocasión y volviendo al vestido que lucía, era abierto por detrás justo entre mitad de su espalda y final de la misma, y con algo de escote, la verdad ella se gustaba esa noche. Se fueron a un bar de copas muy conocido en la ciudad, el local presentaba varia zonas de estar y ellas decidieron colocarse en una zona amplia con sillones para estar cómodas.


Empezaron a hablar de sus cosas pero Amalia no le gustaban las conversaciones que habían por lo que empezó a distraerse mirando la decoración del local, en una de esas vio que un chico la miraba. Parecía un chico normal pero con algo en su mirada que la atraía, ella no sabía que hacer puesto que era algo tímida y por su corta edad, 20 años, sin mucha experiencia con hombres. Con todo lo que estaba bebiendo y cuanto más la miraba más bebía por lo que ya estaba bastante mareada y sin saber que hacer, ya era tarde y sus padres no la dejaban llegar muy tarde por lo que hablando con sus amigas decidió irse sola hacia su casa, no sin antes echarle la ultima mirada a aquel chico que sin saber nada de el le atraía en exceso.


De aquel bar hasta su casa debía pasar por un parque con poca luz, ella andaba lenta no se tenía mucho en pie. Se encontró varias parejas enrollándose por el parque y mirando y mirando se perdió dando vueltas. En una de aquellas sintió como si alguien la siguiera, miraba hacia todas partes pero no veía nada, estaba asustada porque oía pasos pero no veía nada. Llego a una zona con mucho árbol y de repente sin esperárselo la cogieron por detrás y le taparon la boca. Ella no sabía que pasaba, intentaba escabullirse pero no lo lograba los brazos de aquel hombre tenían fuerza llevándola detrás de unos arbustos.


Se quedaron los dos inmóviles por unos segundos, ella notaba la respiración agitada del hombre en su pelo. Entonces escucho como el hombre le decía algo en su oído; “lo siento por fijarme en una chica tan bonita, pero ahora vas a ser mía”. Ella por fin entendió que aquel hombre era el chico del bar que tanto la miraba. El chico empezó a retirarle el pelo de sus hombros y besarle el cuello con delicadeza a pesar de lo rudo de cómo se la había llevado a aquellos arbustos. Ella se sentía contrariada por la circunstancias pero se dejo llevar. Mientras tanto el seguía besándola y acariciando sus caderas, pasando sus manos por su vientre y rozando el contorno de sus pechos. Amalia estaba experimentando un gran placer con sus caricias.


Entonces la dejo y se sentó en una piedra que había allí, cogío una de sus piernas y con delicadeza le fue quitando la media mientras besaba sus pies. Por fin ella quedo sin medias y el chico la atrajo hacia el abrazándola así sentado como estaba, reposando su cabeza en su vientre. Ella por su parte en un gesto de placer apoyo sus manos en el cabello del chico. El chico que también había bebido unas cuantas copas decidió que ya era hora de ponerse serio y darle todo el gusto que se merecía aquella chica. Por lo que se levantó y volviéndose a poner detrás de ella fue directamente a sus pechos que los cogío y amaso con gran maestría, mientras no paraba de lamer y besar su cuello.


Ella notaba como algo duro crecía a la altura de su culo, y el chico bajando sus manos hasta su cadera la atrajo hacia el clavándole toda su polla en su culo. Sin más, se dieron la vuelta y se fundieron en un beso intenso y con mucho deseo que duro varios minutos. Ella ya sentía su clítoris palpitando ante la situación y también mojada, solo una vez había sentido eso y fue viendo una revista porno en el baño de su casa., pero esta vez era real y no quería desaprovechar la situación por lo que se decidió a participar y comenzó a acariciar el culo de su nuevo amigo mientras seguían besándose. Con algo mas de decisión coloco una de sus manos sobre el paquete el chaval quien dio un leve suspiro al notar su mano, ella comenzó a acariciarlo, a agarrar toda su longitud y a apretarlo con lo que el chico soltó un poco de liquido preseminal y mancho sus pantalones y la mano de Amalia. Él se puso muy cachondo, la apoyo sobre un árbol cercano y le levanto el vestido quedándose perplejo al encontrar que no llevaba ropa interior, directamente se arrodillo y le empezó a lamer el culo y el chocho, eso a ella la llevo un estado de puro éxtasis al notar la lengua de aquel chico dentro de ella.


Se corrió en poco minutos ya que no estaba acostumbrada a tanto placer, entonces él se puso de pie se bajo los pantalones y los calzoncillos dejando su polla desafiante apuntando directamente a ella. Ella no veía nada de lo que pasaba pero si que noto a su compañero rozándole con su polla en las partes íntimas, se volvió a mojar y a poner cachonda, se puso un poco nerviosa porque sabía cual iba a ser su próximo paso el cual nunca había dado con otro hombre. Ante tal situación se dejo llevar y moviendo su culo indico que la quería dentro ya. El chaval con delicadeza la apoyo en la entrada del chochete y empezó a introducirla poco a poco mientras ella se mordía un labio en signo de dolor. Por fin entro entera, el la dejo unos segundo allí para que ella se acostumbrara. Cuando considero oportuno comenzó con el vaivén del mete y saca lentamente, ella ya se encontraba mejor puesto que la excitación la había echo relajarse y disfrutar mas. El chico se le notaba muy cachondo y empezó a dar fuertes embestidas mientras le agarraba sus grandes tetas por encima del vestido que aun llevaba puesto, gemían los dos levemente para no ser oídos. Disfrutaron por un tiempo de esa postura hasta que el chico dejo de moverse y la saco de golpe para no correrse aun, se quedo de pie y Amalia al verlo así, sudado por el placer dado se acerco a el y besándole empezó a masturbarlo sintiendo lo caliente de su tronco y su tamaño. Con un tono ronco el chico le dijo; “arrodíllate y chupamela”, para ella eso no era nuevo puesto que a sus antiguos novios si que se lo había echo y tenía algo mas de experiencia.


Cumplió su orden y metiéndosela en la boca la empezó a chupar con dulzura pasándose el grande por sus labios y pasándole su lengua por su tronco. Paso el tiempo y ella seguía chupándosela, era lo que mas le gustaba tener algo duro dentro de su boca. El la cogio de la barbilla, la levanto y la volvió a apoyar en el árbol, esta vez el quería otra cosa, quería su culo. Le lamió su culo mientras jugaba con su clítoris, le introdujo varios dedos dentro de su culo, ella disfrutaba de algo nuevo con gemidos ahogado. De repente el chico se acercó a ella y volviendo a ponerle la polla en la boca le dijo que quería su culo. Eso la asusto puesto que recordaba como a una amiga suya le hicieron mucho mal al intentar follarla por ahí. El chico le pidió que se la chupara de nuevo para que entrase mejor por aquel estrecho agujero. Amalia obedeció y se la chupo dejándosela bien lubricada el se volvió a colocarse detrás de ella ensalivándole la entrada del culo y apuntando con polla empezó a hacer presión, ella sentía mas dolor que antes pero no quería parar aunque hubiese oído malas experiencias.


El la agarraba de su culo y apretaba mas y mas mientras escupía para lubricar mas la entrada, la saco para no forzarla mucho y la volvió a meter entrando del todo. Se la follo mucho tiempo en esa posición, ella notaba como sus piernas temblaban de tanta embestida fuerte que el le daba, la cogía del pelo y le echaba la cabeza hacia atrás mientras ella se tapaban la boca para no gritar de placer que el le estaba dando.


Ya se estaba haciendo de día y eso la incomodaba y en un instante pensó en las horas que eran y la bronca de sus padres, por lo que se saco la polla de su culo, se la cogio y se la empezó a chupar con fuerza, metiéndose toda en la boca llegándole a la garganta y produciendo arcadas asi llego el momento de correrse para el chaval, eso le gustaba a Amalia que terminaran en su boca, pero esta vez la cogio entre sus tetas y le hizo una merecida cubana haciendo que el tío se corriese abundantemente sobre su cuello, boca y tetas, dejando al chico extasiado, sudado y tembloroso por tal esfuerzo. Esa noche fue muy especial para ella ya que había perdido su virginidad por ambos lugares y además en un parque.

jueves, 1 de abril de 2010

PISO 11



Eran las diez de la mañana cuando llegaba a la oficina, tomé el elevador para llegar al piso 11, me dirigí a mi oficina y observé una nota que había dejado la recepcionista, y tenía escrito lo siguiente “La Licenciada Laura Jiménez llega a las 11”.


Por un momento no la recordé, pero después me llego a la memoria que días atrás me había entrevistado con ella, una mujer sumamente atractiva y hermosa. Su presencia me había hecho sentirme ligeramente nervioso, aquella vez solo hablamos su vida, sus trabajos anteriores y de lo que sería el trabajo en esta oficina.


Yo no la había citado de nuevo, por eso se me hacia extraño que llegara a la oficina sin alguna cita.Mientras tomaba una taza de café y fumaba un cigarrillo veía hacia la inmensidad de la Ciudad de México cuando de repente timbró el teléfono, conteste y la llamada venía de la recepción. La Licenciada Laura Jiménez había llegado, le dije a la recepcionista que la dirigiera a mi oficina. Apague el cigarrillo y me arreglé el saco.


Tocó la puerta y dije que entrara. Era ella, de nuevo esa figura tan atractiva, un cuerpo perfecto con un rostro hermoso. Le dije que tomara asiento, nos saludamos y lo primero que le pregunte fue el motivo de porque estaba aquí de nuevo sin alguna cita, me contestó que le había gustado la vista de la ciudad y que simplemente quería platicar con alguien.


En otra situación mi reacción hubiera sido decirle que se retirara de inmediato, pero algo en ella, sus ojos, sus labios, su cuerpo, su aroma, hizo de mi más que un espectador ante ella y solo me limite a contestar, ¿De qué quieres hablar?. Le ofrecí una taza de café y un cigarrillo, aceptó ambos; empezó a decir que era la primera vez que hacía algo así, que siempre había sido muy reservada frente a las personas, pero que una de las cosas que la motivó a regresar fue la vista de la ciudad, esta misma vista y con mas altura la podía haber tenido en la Torre Latinoamericana, entonces empecé a cuestionarla sobre qué era lo que le llamaba de esta vista, me contesto que los edificios alrededor, los parques, las montañas y tu.


Yo, que solo soy un hombre común y corriente, sin ningún atributo físico que cumpla con los estándares de la moda o de las revistas para adolescentes, un hombre normal; le pregunté que te llamó de mí, me dijo anoche soñé contigo, un sueño donde hacíamos el amor, donde nos acariciábamos, donde solo éramos tu y yo, donde besaste todo mi cuerpo. Me quede sin palabras, nunca en mi vida me había pasado algo parecido, mi primera reacción fue prender un cigarrillo para calmar un poco mi nerviosismo, tomó mi mano y me dijo acércate.


Fue como si estuviera hipnotizado, camine dos pasos y estaba frente a ella, a solo diez centímetros de su boca, se acerco a mi rostro y empezó a pasar sus labios por todo este, sentía su respiración en mi cuello, hacia que mi piel se erizara, mis fuerzas se habían acabado ante ella, era totalmente suyo. La bese sin mesura, era totalmente suyo, sentía su lengua dentro de mi boca, sentía como acariciaba mi pecho, mi cuello, mi cara, yo solo la abrazaba, me sentía totalmente excitado, yo acariciaba su espalda, sus piernas.


Nos fuimos desabotonando nuestras ropas, besaba su cuello y bajaba poco a poco por sus pechos, hacia a un lado su sujetador para sentirlos más, besaba su vientre, su espalda, acariciaba sus nalgas, abrazaba sus piernas mientras yo besaba su entrepierna, acariciaba con mis labios cada parte de su cuerpo, sentía su aroma adentro de mi. Ella me había hecho suyo, no yo a ella, era como si ella controlara mis movimientos, como si supiera donde quería que yo la tocara y lo demostraba con cada suspiro que ella lanzaba. Ella empezó a recorrer cada parte de mi cuerpo al igual que yo lo había hecho, se detuvo en mi miembro, lo vio, lo acaricio, lo beso y lo introdujo en su boca, sin más me hacia mi cuerpo sintiera electricidad, era como estar sintiendo el placer más grande que hubiera sentido, sentir su lengua recorriendo cada centímetro de este. Nuestros cuerpos ya estaban desnudos, nos recostamos en el piso llevados por el deseo, se subió a mi abdomen, poco a poco fue acomodándose hasta donde nuestros sexos intercambiaban fluidos, en un momento yo estaba adentro de ella y ella empezaba a menearse de una forma tan cadenciosa, escuchaba sus gemidos tan apasionantes, sentía como su cuerpo se unía con el mío, como nuestros seres se podían volver uno, aceleraba el ritmo, luego lo disminuía, acariciaba sus pechos, metía mi dedo en su boca, veía como se mordía los labios, sentía como su adentros se contraían, me apretaba, me hacía sentir un placer tan grande.


En un momento estábamos en posiciones contrarias, ahora yo estaba arriba de ella, entraba en ella, movía mi cuerpo de una forma lenta, con sus manos me apretaba contra ella, me agarraba mis nalgas y las arañaba, arañaba mi espalda, gemía y gemía, me decía que acelerara mis movimientos, yo lo hacia lo más rápido que podía, de una forma enérgica, hasta que hubo un momento en el que ella se apretó tan fuerte contra mí y yo eyacule adentro de ella, fue llegar a un gran momento de tranquilidad y felicidad acumulada en todo mi cuerpo. Me hice a un lado de ella y la abracé, la besé y me dijo, eso fue lo que soñé, precisamente por eso volví sin una cita hoy, espero no te hayas molestado. Arreglamos nuestras ropas. Me comento que se tenía que ir, y sin más se fue. Desde aquella vez, tres o cuatro veces al mes, la recepcionista deja un recado en mi oficina para decirme que viene la Licenciada Laura Jimenez.