domingo, 19 de octubre de 2014

SOY TODA TUYA


Estaba en la ducha disfrutando con el agua calentita, tuve que forzarme a salir de la ducha para vestirme o llegaría tarde al trabajo.
Llevaba casi diez meses disfrutando de una nueva vida, gracias a mi mejor amiga Eva.
Dos días después de mi separación me llamó como tantas veces; y como tantas veces le conté todo y juntas terminamos llorando. Dos días después la tenía ahí, forzándome a tomar la mejor decisión que podía tomar.
Una semana después estaba instalada en un precioso apartamento en el centro y un nuevo trabajo, todo gracias a Eva.
De eso habían pasado ya diez meses en los que cada día le daba las gracias por ello, por sacarme de esa dura espiral en la que me había metido tras mi nefasto matrimonio.
Estaba llegando al trabajo cuando a lo lejos le vi entrar en el edificio, pensé que me había equivocado, pero al entrar en el ascensor le vi… era Bruno el hermano mayor de Eva y mi mayor locura.
-Hola Alexia, ¡cuánto tiempo! –Me dijo besando mis mejillas-
Todo mi cuerpo reaccionó como siempre a su cercanía, pero entró más gente y nos separamos.
Mientras subíamos a la planta recordé la última vez que nos vimos, en la boda de mi amiga.
Ese día me había medio ignorado todo el tiempo hasta que casi al final de la noche me lo encontré en un rincón hablando por teléfono, lo colgó y cogiéndome de la mano me arrastró detrás de las cortinas sin que yo entendiera nada, vi una puerta y él la abrió y me metió dentro. Estaba oscuro y hacia frio, pero pronto nada importó, sentí sus labios sobre los míos y sus manos acariciaron mi cuerpo, no pude más que abandonarme al sueño de mi vida que siempre había sido Bruno.
Sus labios y sus manos encendieron mi cuerpo y durante unos minutos me olvidé de todo menos de lo que él me hacía sentir.
Sus manos bajaron mi vestido rosa palabra de honor y sacó mis pechos acariciándolos mientras su erección rozaba mi cadera, solo dejó de acariciar mis pechos para meterse por la raja de mi vestido y acariciar mi sexo caliente sobre las bragas.
Yo jadeaba incontroladamente cuando las apartó con sus dedos y frotó mi sexo ya húmedo.
Estaba al borde del orgasmo cuando con su boca sobre la mía me dijo “déjalo salir, libéralo” justo antes de volver a devorarme mientras sus dedos friccionaban mi clítoris y me corrí como una posesa en sus dedos; apenas podía respirar mientras el besaba ahora mi cuello.
Entonces igual que había empezado se separó y oí “esto es lo que necesitas, no a un pelele que no te valora y no te dará jamás lo que mereces”, después de eso la puerta se abrió y me dejó allí temblando aun.
Cuando Salí de esa habitación le busque y desde el otro lado me sonrió, mientras oía como él que ahora es mi ex marido me llamaba y entonces decidí en ese instante coger el camino fácil, me giré y fui hacia mi novio. Esa fue la última vez que le vi.
Salimos juntos del ascensor, pero allí estaba Eva que le saludó efusivamente con un beso y un abrazo.
-¿Quieres tomar un café con nosotras? –le dijo ella-
-Lo siento hermanita ahora no tengo tiempo
Me desagradó que no me dijera nada, que apenas me mirara después de las veces que yo había recordado nuestro último encuentro. Me enrabiete pensando que para él había sido como siempre un juego, una manera más de reírse de mí como cuando era más pequeña.
Por eso le dije a Eva con rabia mientras tomábamos el café en su oficina.
-Tu hermano no cambia, siempre tan soberbio.
-No lo es, es buena gente solo que no le gusta demostrarlo
-¿Es de los que salvan gatitos perdidos? –Dije con rabia-
-Alexia el día que me llamaste él estaba conmigo y fue el quien me empujó a venir a ayudarte, al que se le ocurrió que ocuparas el puesto de trabajo y además es suyo el apartamento en el que vives… me matara por decírtelo, pero odio que creas que es una persona vacía cuando no lo es.
-Me acabas de dejar muerta –solo atiné a decir después de oír todo eso- lo siento.
-No lo sientas no lo sabias, él es tan cabezón… y contigo aún lo es más.
En el fondo me alegraba saber que se había preocupado, pensé ya sola en mi despacho y me dije que iba a agradecérselo aun no sabía cómo.
Entonces llegaron unas voces que enseguida reconocí, eran Bruno y su primo que también estaba en la empresa.
-Te he dicho que no la toqué
-Pero resulta que no me lo creo, es más creo que has vuelto para volver a intentar convencerla en la fiesta del sábado, por eso has venido sin compañía. –Dijo el primo-
Tras unos minutos entendí que peleaban por una mujer y que el primo le acusaba de haber vuelto para conquistarla en una fiesta. Bruno le dijo que tenía pareja solo que no sabía si iría a la fiesta. Pero el otro no le creía. En un momento que oí que el otro salía al pasillo a coger una llamada me cole en el despacho de Bruno.
-Escucha un momento…
-Ahora no Alexia estoy en medio de una discusión con mi primo
-Lo sé, es por eso, te ofrezco decirle que soy tu pareja para esa fiesta
-No sabes de que hablas, mantente al margen
-Quiero ayudarte
-¿Porque Alexia?
-Porque tú me ayudaste a mí
-No es lo mismo y mataré a mi hermana
-No lo harás. ¿Aceptas mi ayuda?
-No puedo, además él no se lo creerá, eres demasiado inocente y estirada para pasar por mi novia.
En ese momento en plena ebullición de mi rabieta entro el primo y me sonrió como siempre, la semana anterior me había tirado los trastos.
Bruno me sonrió y me sorprendió su voz melosa diciéndome:
-¿Qué quieres cielo? –sus ojos divertidos me lanzaban sus sospechas de que fuera capaz-
Entonces me armé de valor y di la vuelta, me senté en sus rodillas y le dije:
-A ti cariño, te quiero a ti para mi solita. ¿Te falta mucho aun?
No sé quién se asombró más, el, el primo o yo misma al oír mi voz ronroneándole.
En ese momento bajo su cabeza y busco mis labios desarmándome al segundo, tuve que forzarme a respirar de nuevo al separarse.
-Bueno te dejo con tu primo, luego hablamos de lo del sábado
-¿Vas a la fiesta tú? –Dijo un aun alucinado primo-
-Claro, quien sino.
Salí de allí con las piernas doblándoseme y entre en mi despacho con el corazón a mil por hora. Al momento entro él.
-Alexia ha sido divertido y ha valido la pena, pero ahora me tocara excusarte.
-Quiero hacerlo, necesito devolver lo que hiciste por mí
-La fiesta es BDSM ¿te suena?
-No jodas…
-De eso va nena de joder
Me hundí en la silla y él se rio sin sentirlo.
-Si nena me gusta ese tipo de sexo, me gusta ser un amo y que mi pareja sea sumisa, tú no eres así y no serias capaz –dijo saliendo de mi despacho-
Me quede pensando, busque en internet y de repente pensé que una vez elegí el camino fácil y me salió fatal, pensé en que siempre había deseado a ese hombre, pero al contrario de antes ahora era más adulta, había cambiado y no quería más caminos fáciles… quería volver a sentir lo que sentí en esa habitación con él.
Entré en su despacho y le dije:
-Quiero hacerlo, enséñame a ser tu sumisa y prepárame para esa dichosa fiesta.
-¿Sabes lo que me estás diciendo? Me encantan los retos y convertirte en mi sumisa seria de los mayores de mi vida, además de excitante. Pero no sé si podrás.
-Ya no soy esa niña
-No quiero hablar de esto aquí, ¿podríamos hablarlo en un sitio más privado?
-Esta noche en mi apartamento –me oí decirle-
Ya en casa me di una ducha, esta vez era consciente de como mi cuerpo estaba de lo más excitado. Me vestí obligándome a darme prisa y justo al acabar llamó. Le abrí la puerta y pasó por mi lado.
-Que bien huele, no me digas que has cocinado
-Si ¿no te apetece? –pregunte indecisa, a lo mejor solo esperaba ir al grano-
-Mucho
Me siguió a la cocina mientras me hablaba.
-Nena voy a ser tu amo y tú mi sumisa, ¿sabes lo que eso implica?
-Sí, he mirado en internet.
-¿Porque haces esto?
-Porque te debo un gran favor y porque aquel día elegí el camino equivocado –creía que tenía que ser sincera-
-Gracias por tu sinceridad nena, eso es lo más importante. Quiero que sepas que no quiero hacerte daño, no quiero que cambies nada de ti, solo quiero que descubras nuevas facetas y que liberes tu cuerpo para descubrir una nueva sexualidad.
-Gracias también por tu sinceridad. Cenamos bruno?
-Sí, pero esto empieza desde ya.
En la mesa estaba todo dispuesto, nos sentamos y cenamos casi sin hablar, luego tomamos café en el sofá, donde me conto varias cosas de su mundo y de mi mundo vainilla como él lo llamaba, de las diferencias entre ambos.
-Debes elegir una palabra de seguridad, la que debes emplear cuando no puedas más, en cuanto la digas todo acabara al instante, esto no es para que sufras solo espero que disfrutes de tu sumisión.
Había leído sobre eso y decidimos que mi palabra seria “Fresa”.
-Ponte ahí –dijo señalándome el sofá frente a el-
Me puse ante él y lo siguiente que me pidió me seco la boca.
-Quítate las bragas y siéntate en el sillón. –sus ojos me retaban a salir huyendo como siempre-
Pero metiendo mi mano bajo mi falda de vuelo me quite las bragas y me senté en el sofá.
-Muy bien ahora sube la falda quiero verte –de nuevo esa mirada retadora-
Subí la falda sin dejar de mirarle
-Separa las piernas
Las abrí lo más que pude, sabiendo que desde el sofá él podía ver todo mi sexo, me moje al momento solo por estar así de exhibida.
-No te avergüences de tu desnudez necesito que te relajes. –dijo acercándose a mí y arrodillándose entre mis piernas abiertas-
Me sentí acalorada antes de sentir sus manos en mis muslos, acariciando y prendiendo mi piel al paso de sus dedos. Fue subiendo hasta llegar a mi sexo y entonces estuve perdida, eché la cabeza hacia atrás y disfruté de sus furtivas caricias y su mirada cargada de erotismo.
-Me gusta lo rápido que te excitas, libera tus miedos y siente mis caricias.
Empezó a pasar los dedos por mi rajita, buscó mi clítoris y lo fricciono.
-No te corras alexia, no puedes hacerlo hasta que te lo pida, a partir de ahora soy el dueño absoluto de cada uno de tus orgasmos.
Su voz me acercaba al abismo y ansiaba correrme tanto como complacerle.
-Así nena muy bien, aguántalo
Presiono más fuerte y no pude parar, me corrí jadeando sin poderlo remediar esperando que no lo notara, mordiéndome los labios.
-Nena no podías, te había prohibido correrte aun no te lo habías ganado. –dijo apartándose enfadado-
Temí que se fuera
-Lo siento
-Señor, llámame señor cuando follemos.
-Lo siento señor
-Te pedí que no te corrieras, me has desobedecido y ahora tendré que castigarte. ¿Estás de acuerdo?
-Si señor
No sé qué me pasaba pero seguía más excitada aunque antes de correrme y necesitaba más, por conseguirlo haría lo que ese demonio me pidiera, porque solo con el sentía eso.
Vi cómo se quitaba la corbata y se acercaba a mí.
-Desnúdate completamente y desnúdame a mí.
Me quité la ropa y completamente desnuda me acerqué sumisa a él, empecé a desabrochar su camisa y sus pantalones mirando su sexo duro bajo sus calzoncillos, levanté la vista esperando y me dijo:
-Sigue, desnúdame por completo. –de nuevo esa mirada retadora que me encendía-
Bajé sus calzoncillos y su polla salto como un resorte, cuando intenté tocarla él se apartó.
-No aun no te la has ganado –dijo sentándose de nuevo en mi sofá-
-Mírame Alexia quiero que tengas claro quién soy y lo que quiero en todo momento. Muy bien ahora ve a la bolsa que he traído y tráela.
De dentro saco un látigo de colas, un flogger según había leído en alguna parte. Se levantó y pidiéndome que pusiera las manos en mi espalda me las ato con su corbata.
-No te muevas, veamos de que pasta estás hecha, ahora voy a castigarte, te prometo que no te dolerá más de lo que puedas soportar. Quiero que seas tú misma, pero ofrécete por completo.
Voy a darte cinco latigazos, cinco palmadas quiero que las cuentes y luego dejaré que te corras. Ven.
Me coloco tumbada en el sofá con las manos debajo de mi cuerpo, era incómodo y él lo sabía. Acarició con su mano mis muslos e irguiéndose agarró el flogger y descargó sobre mis muslos con dureza, gemí al sentir el escozor en mi piel.
-Cuenta Alexia
-Uno –dije casi sin aliento-
Entonces zas de nuevo sobre los muslos
-Dos
Zas y zas en ambos muslos
-Tres y cuatro
Me escocía la piel y sentía calor, casi tanto como entre mis piernas, volvía a estar excitada.
-Ahora levanta y separa las piernas –dijo con voz seria-
Lo hice y poniéndose ante mí dirigió el flogger entre mis piernas y lo paso suavemente por mi sexo. Lo separó y nada me había preparado para lo que siguió
Enderezó el flogger y zas descargó con fuerza entre mis piernas, sentí un calor y un cosquilleo que me dobló las rodillas mientras gemía ¿de dolor? No !Dios que placer! más raro, un hormigueo alucinante recorrió mi sexo mientras decía:
-Sientes el cosquilleo, ¿te gusta?
-Si señor
-Me alegro porque como no has contado tengo que repetir.
Y lo sentí de nuevo, jadee al borde de nuevo del orgasmo cuando sentía ese dolorcillo tan placentero. Jamás imaginé que se podía sentir así.
-¡Cincoooo!
-Muy bien nena –dijo sentándose-
Solo entonces reparé en su respiración acelerada y miré su sexo palpitante, a él le excitaba eso tanto como me había excitado a mí.
Aun sentía palpitaciones cuando me llamó y me dijo que me pusiera sobre él, me coloco de tal manera que mi sexo estaba abierto y mis piernas a ambos lados de él. Coloco su sexo entre ambos hacia arriba y vi la humedad en la punta. Me gusta la naturalidad con la que se exhibía ante mí.
-¿Te gusta? –Pregunto al ver que miraba su sexo-
-Sí, señor.
Tiró de mí y se apoderó de nuevo de mi boca, me lamio, me mordió y succionó mis labios hinchados, su lengua recorrió mi boca por completo, me devoraba con hambre.
Sus manos ahora agarraron mis tetas y las apretó sin piedad, agarró mis pezones entre dos dedos y apretó hasta que grité, luego bajo su boca y los lamio, los mordió apretando también hasta que me dolió.
Entonces sus manos agarraron mi culo y me pegaron a él apretando mi sexo a su polla, la sentía en mi raja, pero aun moviéndome no podía penetrarme con ella. Lo deseaba mientras el castigaba mis pezones ya sensibles por su boca y entonces con la mano plana golpeó mi culo una vez.
-Cuenta alexia
-¡Uno!
Tras el fuerte cachete, venían tiernas caricias que calmaban el escozor de la palmada, cuando me relaje de nuevo me golpeo fuerte en el mismo sitio.
-¡Dos!
De nuevo las caricias que calmaban el dolor y todas las sensaciones terminaban entre mis piernas donde su polla rozaba la carne aun sensibilizada después del flogger allí.
-¿Sigo Alexia?
-Si señor
-Tres y cuatro
Suspiraba ahora con las caricias, más excitada que nunca, me quemaba el culo y el sexo y me moría por correrme.
-¿Quieres correrte nena?
-Si señor –dije moviendo las caderas buscando su polla-
Notaba sus jadeos, el intentaba no correrse, pero yo necesitaba su polla ya
-Por favor señor necesito correrme
-Enseguida podrás hacerlo
Apoyó mis manos hacia atrás en sus rodillas y me puso arqueada, dejé de sentir su polla rozar mi sexo y girando la mano descargó sobre mi sexo
-¡Cincooooo! –gemí implorando-
-Hazlo nena –jadeaba como yo-
Y me corrí como jamás me había corrido, cada rincón de mi cuerpo se incendió y sentí cada terminación nerviosa mientras gritaba.
-Por favor señor necesito que me folles
Me miró como un gato enjaulado y empujando su polla con una mano hacia abajo, tiró de mí y me penetró antes de que acabara de sentir el otro orgasmo. ¡Madre mía! como sentía esa polla abriendo mi coñito, llenándome por completo.
Me abracé a su cuello y empecé a mover las caderas mientras apretaba los músculos de mi vagina sintiendo un nuevo orgasmo aproximándose, el acarició mi culo escocido calmando el escozor mientras hurgaba bien adentro.
-No pares nena, ven conmigo de nuevo.
Y sentí el calor de su semen inundar mi vagina mientras volvía a correrme antes de desplomarme sobre su pecho. Mientras le oía a lo lejos.
-¿Te ha gustado tu suave primera incursión en mi mundo Alexia?
-Sí señor, mucho
Contesté lamiendo el sudor de su cuello como una gatita mientras ronroneaba, satisfecha como nunca y con ganas de seguir aprendiendo

miércoles, 15 de octubre de 2014

SABES HACER EL AMOR?



DE UNA PLÁTICA EN EL CHAT


Porque platicando con una amiga de cosas íntimas, me dice que  jamás a experimentado un orgasmo, que su marido llega, se desahoga, y listo, tiene 3 hijos. Le dije que es algo difícil  de explicar, que  es una sensación sublime, que te electriza, que te recorre, desde la punta del pie hasta tu cabeza, y pues que tenía que experimentarlo

-te creo y es algo tan común, que los hombres, somos egoístas, entre problemas de eyaculación temprana, inseguridades, miedos, temor de no dar la expectativa que la sociedad nos ha hecho creer, nos es más fácil, medio cumplir, y no nos damos cuenta, que dejamos insatisfecha a la pareja. De ahí, vienen las infidelidades, divorcios, el mal humor, los malos entendidos.

-oye, pues recomiéndale éste  el libro a tu amiga-



-de eso se trata, explico que el hacer el amor va más allá de una penetración, que el punto G, si lo buscan allá abajo, pierden el tiempo, que el punto G está en el oído.
 No necesitamos ser poetas, para hablarle bonito a la pareja, por eso en este libro, comienzo con una recopilación de mis poemas eróticos inéditos, y se los pueden leer o decir a manera de piropos y verán los resultados positivos que causa en la pareja.  
Continúo con lo que se debe de hacer  como un juego previo al acto, lo que NO se debe de hacer, lo que odian las mujeres, como el beso del nopal, cachetear la panza en el trasero de ella, etc.
Es una recomendación de 100 juegos sensuales y divertidos, que les ayudará a relajarse, divertirse, salir de la rutina, hacer cosas diferentes, y llegar al acto importante de una forma sencilla, sin presión, con mayor duración, y en la unión del ying y el yang, se convierta en una sola energía.  Entonces es una lectura obligada para los hombres aprendan a ser todos unos expertos en el arte amatorio en la cama y les aseguro que las tendrán rendidas a sus pies y cada vez  les pedirán más.
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Aunque muchos creen tener el dominio sobre esos juegos divinos previos al sexo, déjenme decirles que tal vez estén equivocados y por el contrario pueda que “ellas” estén rezando para que se bajen de esas nubes y “ellos” reconozcan que no lo saben todo, que necesitan más práctica, pero sobre todo, mayor sensibilidad. Hay mujeres que deciden ignorar esas pequeñas cosas y prefieren quedarse calladas a la hora de confesar las posiciones y movimientos que no les gustan, lo cual, como es lógico, no ayuda a resolver el problema llamado” “de los incómodos juegos eróticos previos”



100 JUEGOS ERÓTICOS

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Para muchos, hacer el amor se limita a la penetración, pero esa coquetería erótica y sensual, conocida como el juego preliminar, es la entrada perfecta a una relación sexual inolvidable.
Inicialmente, el cuerpo debe prepararse para hacer el amor. El tacto, el olfato y la vista son claves, ya que al estimularlos se despiertan y de inmediato el cerebro, los órganos sexuales y las zonas erógenas reciben mensajes logrando un estado de excitación sexual.



¿Qué hacer?

La idea es que ambos disfruten, por lo que se recomienda iniciar con suaves caricias por todo el cuerpo con el fin de relajarlo. La cara, el vientre, la nuca, son lugares perfectos para tocar y masajear cariñosamente para luego continuar con caricias mucho más eróticas en las zonas erógenas.

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martes, 14 de octubre de 2014

CON MI VECINA Y SU ESPOSO


Aquí les comparto otra de mis experiencias, espero lo disfruten. Esto lo viví hace medio año, tal vez un poco más.
Habían pasado dos semanas de que firmara el contrato de renta de mi primer departamento; me había gustado desde que vi el anuncio, estaba bien ubicado, el espacio era lo necesario para una persona, tenía una buena vista de la ciudad y el precio era lo justo.
Ya instalada había logrado llevarme bien con mis vecinas y vecinos, pero hubo una con la que congenie bastante, me confiaba su vida personal, segura de que nunca abriría la boca para regar el chisme por doquier, en algún punto ella me empezó a contar cosas más personales e íntimas y yo apreciaba la confianza que me tenía. Ella era ocho años mayor que yo, llenita, bajita, de cabello castaño y ojos color miel. Tenía cuatro años de casada y hasta ese momento yo solo había visto una vez a su marido, me pareció un hombre sin mucha gracia, de la misma edad que ella, de estatura media, moreno y ligeramente fornido, no tenía mucho que apreciarle o eso pensaba yo.
Un martes en la tarde estaba desparramada en mi cama después de haber llegado de la universidad, cansada e irritada, recuerdo que dormí como veinte minutos y luego el sonido del timbre me hizo despertar, sabía que era mi vecina, en la mañana del mismo día me había dicho que quería hablar de algo importante y sabiendo que era ella me tome mi tiempo para levantarme e ir abrir. La recibí lo más alegre que pude y entro con mucha confianza, yendo directo a saquear mi refrigerador, yo hacía lo mismo cuando me pasaba por su departamento, así que no tenía problema con eso. Luego de ponernos cómodas, la conversación empezó a fluir, primero fueron temas simples como el reporte de nuestro día, comentarios de algunas noticias y finalmente el tema del que me quería hablar. Al principio me dejo desubicada y algo confundida.
—No sé qué opines, es tu decisión, pero aun que digas que no, por favor trata de no juzgarme o juzgarnos.
Yo estaba pensando qué responder a la propuesta que me había hecho, por alguna razón me vio como la mejor opción para formar un trio con su marido, la propuesta en sí no me sorprendió tanto, como el hecho de que ésta había sido sugerida por mi vecina, era algo que no me esperaba, lo medite por un buen rato y realmente no había nada que juzgar, cada quien pone las reglas en su matrimonio y nadie más debería opinar, pero sus reglas me estaban involucrando, tal vez no en lo más importante, pero si en uno de los aspectos más importantes en un matrimonio.
—Mira… en este momento no sé qué responderte, pero ten por seguro que no te juzgo por eso, dame unos días y yo te digo ¿ok?
Debo admitir que me sentí alagada, me encanta formar parte de ese tipo de cosas y no tendría problema con aceptar la propuesta, pero aun así no quería que algo entre nosotras se arruinara por algo como eso, tenía que poner mis condiciones o si no, no había trato. Dos días después acepte y les expuse mis términos y limitaciones, negociamos algunos puntos, pero en general estábamos de acuerdo con todo lo dicho.
Así, el vienes mi vecina y yo fuimos a recoger resultados del laboratorio. Una de mis condiciones era hacernos exámenes para descartar cualquier problema, suena poco excitante, pero algo así podría ahorrarnos el arrepentimiento de algo que se hizo por mero impulso. Afortunadamente los tres estábamos limpios, ya era algo menos de que preocuparse.
La cita sería al día siguiente en el departamento de ellos, decidí ponerme unos tacones azules, un mini vestido negro de escote redondo y pronunciado, también me di un leve toque de maquillaje y listo, a las cuatro de la tarde ya estaba en su departamento, esperando junto a mi vecina a que llegara su marido de trabajar, una hora después ya estaba ahí, dándose una ducha que duro como quince minutos. Mientras tanto yo me estaba poniendo cómoda en la habitación de la pareja esperando para dar inicio a una buena sesión. Durante ese tiempo mi vecina me dijo uno de los motivos por los que ella había accedido a tener algo así con su esposo, no me sorprendió, infidelidad por parte de ella, él se enteró y me imagino que habrán hecho algún tipo de acuerdo, no pregunte nada porque no quería saber más, eso era entre ellos.
Escuche que mi vecino termino de ducharse y me acomode mejor en la cama junto con su esposa, quien prácticamente estaba en ropa interior, pensé en quitarme el vestido, pero ya no pude, acababa de entrar el marido a la habitación con solo un bóxer cubriendo parte de su desnudez, enseguida se nos unió en la cama, se acomodó en medio de la dos y no… no es como uno imagina, estuvimos varios minutos sin hacer ni decir nada, esperando a que alguien hiciera el primer movimiento. Decidí empezar rozando el costado de uno de mis senos contra el brazo de él, enseguida lo percibió y me miro malicioso, volví a rozarlo ahora dejándole sentir todo el volumen de mi seno y parte del otro, sin perder tiempo se giró hacia mi bajando mi escote, desabrocho mi sostén y sus manos se posaron cada una sobre uno de mis pechos, moviéndolos de forma circular, estrujándolos a su gusto, lo vi un poco inseguro de explorar más e intente animarlo un poco.
—Anda— me erguí un poco y puse mis senos frente a su cara—Son para ti—tome uno de mis senos, presionando mi pezón contra sus labios y gustoso empezó a succionarlo, primero despacio y luego un poco más rápido, observe a su esposa totalmente hipnotizada con la escena y no quería sacarla de su trance, que participara cuando ella se sintiera cómoda. Mientras tanto su esposo seguía enganchado a mis tetas ordeñándolas deliciosamente, sentí su lengua hacer contacto con mi pezón provocándome un tremendo jadeo.
—Que mamilotas tan sabrosas— me cortó un poco la frase, pero no le di importancia, nuevamente restregó la punta de su lengua contra mi pezón y lo mordió, me deshice en jadeos sintiendo como se dedicaba a dejarlo durito e inflamado, termino de bajarme el vestido y se pasó al otro seno para repetir el proceso. Su esposa una vez de regreso en sí, procedió a quitarle rápidamente el bóxer revelando uno de los miembros más dotados que he visto, eso me excito de sobremanera y aun no lo había sentido, observe como ese pedazo de carne era estimulado por las manos de su mujer para después ser rodeado por los labios de ella, deslizo su boca lentamente desde la punta intentando llegar a la base, era una locura tuvo que usar sus manos como una extensión de su boca para cubrirlo todo—¡Oh!—emitió con la voz ronca en cuanto se empezaron a mover los sabios por toda la longitud y ahora era yo la que estaba hipnotizada, descubriendo que se había formado una sonrisa en mi rostro por estar viendo eso, apenas percibí cuando mis senos empezaron a ser rebotados por unas manos masculinas y a ser nuevamente lengüeteados descaradamente, me quite las bragas dejándolas a un lado y llevando la mano del caballero a mi entrada que no tardó en invadirla con sus dedos moviéndolos de manera experta friccionando mis paredes internas, mis gemidos salían descontrolados de mi boca y me tuve que sostener de los hombros de él, sintiendo como mi vulva se humedecía cada vez más, su esposa dejo de chupársela, se apartó un poco y mi cuerpo fue impactado contra el colchón, para que nuevamente mi agujero fuera penetrado por sus dedos, moviéndose rápidamente, entrando y saliendo, generando sonidos húmedos cada que los hundía, luego su esposa se recostó junto a mí con las piernas abiertas y flexionadas, al momento también le metió los dedos de la otra mano para tenerla como a mí me tenía, pidiendo ser ensartada por él de una buena vez, sentí mi cuerpo a punto de llegar al éxtasis, mi respiración se agito sintiendo como sus dedos habían dado en el punto correcto, mi cuerpo tembló y la voz se me fue en jadeos y gemidos, sintiendo como de mi puntito brotaban con fuerza chorritos de mi propia esencia, perdí la noción del tiempo, disfrutando cada descarga de placer provocado por mi orgasmo, cerré mis piernas contrayendo mis labios vaginales, intentando alargar la sensación de placer que en ese momento me invadía, mi pecho subía y bajaba a un ritmo acelerado, mientras me recuperaba gire mi cabeza encontrándome a su esposa en la misma situación que yo, sus gemidos eran más agudos que los míos, la vi convulsionar disfrutando del clímax y luego relajando su cuerpo, que estaba siendo recorrido por los labios de su esposo.
Después de tranquilizarme, mi vecino ya estaba disfrutando la vista, admirando cómo se perdía su pene entre mis grandes y mullidas tetas, follandolas salvajemente por más de diez minutos, me encanto sentir como lo deslizaba entre ellas, estrujándolas con fuerza, como exprimiendo un par de toronjas, haciendo los movimientos cada vez más frenticos, soltó suspiro y de un segundo a otro se corrió sobre mí, dejando mi rostro y mis senos cubiertos de esperma, cuando termino de vaciarse, se aseguró de cubrir con sus fluidos todo el volumen de mis pechos, me hizo limpiarle su falo con mi boca y obedecí sin chistar. En el proceso sentí unas manos curiosear sobre mi vulva, di un vistazo y encontré a su esposa explorando mi zona, eso me hizo sonrojar bastante, era la primera vez que una dama me tocaba en esa zona tan íntima y se sentía muy bien.
Terminando de limpiarle su miembro con mi boca, él se levantó de la cama y se echó en un sillón que estaba junto a la cama, dedicándose a ver a detalle como su esposa me manoseaba, estaba tan concentrada en lo que hacía, pero yo no estaba segura de participar en ese acto, sin ningún recato se acercó rosando sus mejillas sobre mis senos e imito el ronroneo de un gato.
—Tú también puedes—me dijo mi vecina con un tono meloso, tomando una de mis manos y guiándola hasta su pubis, yo sabía lo que tenía que hacer, pero no me imaginaba metiendo mis dedos en otra rajita que no fuera la mía, mentalizándome positivamente e intentando corresponderle comencé a tocarla, moviendo mis dedos sobre su vulva, ni siquiera intentaría meterle los dedos como ella lo estaba haciendo conmigo, aunque si le gusto, de algún modo nos pudimos sincronizar y los movimientos se volvieron más ansiosos y desesperados, con mi otra mano acaricie uno de sus senos, mucho más pequeños que los míos, pero igual de excitantes, ella saboreaba el esperma de su marido que minutos antes había sido derramado sobre mis pechos. Pasaron solo cinco minutos cuando sentí el inicio de otro orgasmo, no quise dejarla atrás y empecé a tocarla con más vigor, junto su frente con la mía y supe que estaba por venirse, nuestras respiraciones se aceleraron chocando una con la otra, todo lo demás paso a segundo plano y nos corrimos casi al mismo tiempo, la habitación se llenó de nuestros jadeos y casi gritos, deleitándonos cada una con nuestros orgasmos en proceso, cayo rendida sobre mí intentando reponerse y al igual que yo giro su cabeza para ver a su esposo, quien se había masturbado viendo nuestro espectáculo lésbico—¿Te gusto?— no supe si la pregunta era para su esposo o para mí, pero ambos contestamos afirmativamente— A mí también…increíble— me dedico una sonrisa divertida y con una mirada cómplice me indico que fuéramos a por su esposo para que ahora nos follara a su gusto.
La situación era excitante, por petición de él, mi vecina y yo estábamos inclinadas sobre la cama exponiendo nuestros traseros ante él, cuatro agujeros a su disposición para que los profanara a su antojo. Estaba detrás de nosotras observando y relamiéndose los labios, parecía estar pensando a quién se la metería primero, no tardó mucho en decidirse, sonreí en cuanto se acercó y deslizo su pene por en medio de mis nalgas, llegando a mi rajita para frotarla con su miembro de manera brusca, acción que repitió varias veces antes de presionar mi entrada con la punta de su falo, penetrándome lentamente, sentí como mi útero se dilataba por el grueso miembro que se abría paso para llegar a lo más profundo, éste topo con una pared internar y sabiendo que podía meterla aún más, dio un empujón que me hizo ver estrellas por el dolor que me causo, gemí desesperada, intentando frenarlo con mi mano hacia atrás, pero no le importo, incluso sentí que repitió la acción con más saña haciéndome sentir su polla corrompiendo mi interior, repitió la acción un par de veces más, luego se separó y repitió lo mismo con su mujer, regreso para ensartarme otra vez dando cuatro embestidas, saliendo y metiéndola ahora en el agujero de ella, así se la paso por un buen rato, clavándola cada cuatro o cinco embestidas en una de nosotras, mezclando nuestros fluidos, yo realmente lo estaba disfrutando y lo disfrute aún más cuando me tomo de las caderas, para penetrarme de nuevo y taladrarme a un ritmo bestial, quito sus manos de mi cadera y las puso sobre mis pechos moviéndolos al ritmo que me bombeaba, no tardo mucho para empezar a soltar maldiciones y hundiéndola hasta adentro, se vino en mi interior, expulsando toda su semilla sin preocupación, al momento que termino me dio un azote en el trasero, saco rápidamente su pene y me tiro de un empujón a la cama, me deje caer y de nuevo me encontré sonriendo apreciando como se impregnaban mis piernas del semen que empezaba a escurrir de mi interior, disfrute la suave sensación de las sabanas contra mi cuerpo, gire levemente la cara y vi a su esposa limpiándoselo con la boca, saboreando los restos con su lengua. Después de eso, no supe de nada, caí en un profundo sueño, sintiendo como mi cuerpo se relajaba y parecía flotar en una nube.
Desperté a las once de la noche en la cama de ellos, me había despertado por una sensación placentera en mis labios vaginales, esta recostada de lado dándole la espalda a mi vecino, me despabile y me di la vuelta, pero deje que me siguiera tocando, alce mi cara para echar un vistazo descubriendo que su esposa dormía tranquilamente al otro lado de la cama, le dedique un sonrisa coqueta al hombre que me estimulaba con dedicación, le aparte la mano y me levante, haciéndole una seña para que me siguiera, ni siquiera lo dudo, salimos en silencio de la habitación y cerramos la puerta.
Hice que se sentara en el sofá y me puse de rodillas en medio de sus piernas, no había necesidad de palabras, el día aun no terminaba y por tanto el trato de formar un trio con el esposo de mi vecina tampoco, aunque ahora solo éramos nosotros dos, suspire y tome su miembro entre mis manos, sin dejar de mirarle me lo metí a la boca y empecé con mi labor, él tenía la cabeza echada hacia atrás dejando escapar largos suspiros, hice un poco de contacto con sus testículos provocándolo aún más, de repente me tomo por los cabellos y me hizo aumentar la velocidad, minutos más tarde en cuanto broto el líquido pre seminal me aparto de su entrepierna y me tumbo sobre el piso, colocándose entre mis piernas ya abiertas, jugueteo con la punta de su pene en mi entrada, rozando mi clítoris cada que lo restregaba suavemente por todo lo largo.
—Mamacita, estas muy sabrosa, no la había pasado tan bien en años, tan… ¡bien…!— acto seguido, sin ningún miramiento me penetro de golpe y tuve que silenciar mis gemidos con las manos, alzo un poco mi cadera y empezó a follarme como si se le fuera la vida en ello—Así, vamos a remojarlo un poco— abrí más las piernas en el momento que hizo rápidos movimientos circulares como intentando impregnar todo su pene de mi lubricación natural, se agacho dejando nuestros rostros muy cerca del otro, saco la lengua y delineo mis labios, presiono para dejarle explorar mi boca, no protesté y junte mis labios con los de él en un beso para nada casto, luego descendió por mi cuello dejando un camino de besos y enterró su cara entre mis tetas agasajándose con ellas, aumento más el ritmo las embestidas, me apoye con mis pies en punta subiendo un poco más mi cadera para que pudiera profundizar más las penetraciones y complacido por la acción me atravesó cruelmente, me sostuvo en esa posición sometiendo mi útero a violentas arremetidas, en ocasiones dolorosas, estaba tan embriagado de placer que no se dio cuenta cuando su esposa se asomó sin hacer ruido, pero yo alcance a verla y le dirigí una mirada neutral, regresando mi atención al hombre que en ese momento estaba disfrutando de mi cuerpo, taladro un par de veces más y con un gruñido eyaculo en mi interior, dejándome llenita de él, volví a girar mi rostro viendo cómo se cerraba la puerta de la habitación con un ligero clic apenas audible, mi vecino salió de mi interior haciendo que su esperma escurriera por en medio de mis nalgas, esparció algunas gotitas en mi abdomen, que resbalaron hacia los costados, luego soltó mi cadera y se acostó junto a mí, regulando su respiración, se giró de lado, acerco sus labios a uno de mis senos y lamio mi pezón—Mientras se me para de nuevo, vas darme lechita— sonreí de lado y le seguí el juego, sujete mi seno con una mano y con la otra guíe su rostro hasta mi bultito, el cual lo capturo al instante succionándolo con su boca, paso casi veinte minutos de estar mamando mis tetas, cuando su pene ya estaba pidiendo atención nuevamente. Volvimos follar y se corrió adentro de mi nuevamente— Gracias— no pude más que sonreírle tiernamente.
—Cuando quieras— me levante del piso pasa sentarme en el sofá y él me imito— Aunque solo esta semana— lo mire esperando a que respondiera, pero solo asintió con la cabeza. Después de eso él fue en busca de mi ropa y me ayudo a vestir, como excusa para manosearme un poco más.
Una semana después, mi vecina fue a buscarme a mi departamento, pude notar que estaba incomoda con la situación. Estaba enterada de que había estado teniendo sexo con su esposo después de ese día, en su departamento, en el mío y hasta en el estacionamiento del edificio, pero no tenía derecho a protestar, otro de mis términos para que eso del trio se pudiera llevar a cabo era que su esposo y yo podíamos tener sexo libremente durante una semana, por el simple hecho de que siempre queda la tentación de volver a repetir, ella por supuesto estaba invitada a participar y así lo hizo un par de veces, pero no le terminó de convencer que su esposo solo me estuviera follando a mi durante ese tiempo, aunque eso no me importo, yo estaba complacida con su marido cogiéndome a su gusto y en el momento que él lo quisiera, prácticamente me violo en el estacionamiento (eso se quedó entre él y yo), algo que dudo se atrevería hacerle a su mujer.
Así que manteniéndome en la realidad y con la mente fría, en cuanto terminó esa semana regrese a mi vida normal y estuve evadiendo a mi vecino por un mes, para no tentar al deseo. La relación con mi vecina no cambio mucho, salvo por algunos detalles.
Actualmente ya no vivo ahí, pero sigo en contacto con ella y por lo que veo su matrimonio se ha fortalecido, algo habrán hecho bien.

jueves, 9 de diciembre de 2010

UNA LARGA HISTORIA

Hace años, del trabajo me pagaron un diplomado relacionado con las Humanidades en una universidad privada, éramos una docena de alumnos y sólo tres varones. Un cuate que estaba en un seminario para ser sacerdote, un gay abierto bastante mamón al que nadie soportaba y yo, que a pesar de no ser guapo, las mujeres me encontraban bastante atractivo por ser el único con el que podían coquetear, a pesar de que entonces estaba casado con una mujer guapa, inteligente y complaciente.

En la novena femenil había de todo, una güera –o mona como dicen en Colombia- alta, mínimo de 1.75 ms y mucho más con tacones, linda, de pelo largo, tetas de escándalo y risa fácil; una castaña que se teñía el pelo de rubio, con unas nalgas como yegua de cuarto de milla; una colombiana no muy agraciada pero con un cuerpo de tentación al que le sacaba muy buen provecho con ropa muy favorecedora; las feas normales, la gorda que nunca falta y Asunción, que se notaba estaba en la escuela por pasar el tiempo de alguna manera. Ella manifestaba de manera tácita que tenía dinero de abolengo por su porte aristocrático, por sus ropas simples pero finas y por sus modales. Casi no participaba al principio en las dinámicas grupales. Una noche, me dirigí a dejar unos libros a la biblioteca antes de que cerrara y al llegar al estacionamiento me encontré a Asunción frustrada porque su vehículo nuevecito no arrancaba –eso ocurrió antes de que los celulares fueran tan omnipresentes. Estaba a punto de llorar del coraje. Entonces me ofrecí a llevarla, al principio no quería, pero la necesidad la venció. A partir de allí fuimos rompiendo el hielo, nos confesamos los pequeños problemas en nuestros matrimonios, compartíamos ideas e hicimos algo cercano a la amistad. Me gustaba su corte de pelo, su dentadura perfecta, su ingenio.

Semanas después me preguntó que cuales serían mis planes para el fin de semana, como mi esposa, que trabajaba en una empresa que organizaba convenciones, iba a estar en Cancún, le confesé que pensaba ir al cine, ver a algún amigo y comer con mis padres, nada más.

En respuesta me dijo que si me interesaba ella iba a estar con su marido en una “cabaña” que tenían en un club de golf, ellos la utilizaban como casa de campo porque la casa-club tenía gimnasio y alberca y podía jugar golf y tenis si así lo quería. Acepté. Me dio un mapa para no perderme.

El sábado temprano incursioné por una zona de la Ciudad de México que ignoraba, muy alejada de la civilización. Arribé a un club de golf muy selecto, los guardias sólo me dejaron pasar tras confirmar que sí estaba invitado por un residente. Al llegar a su hogar, que era una mansión hermosa en toda la regla, me presentó a Daniel su marido, un tipo alto, galán y simpático.

Primero fuimos a nadar y Asunción me sorprendió, era una falsa flaca con hermosos pechos y una figura torneada. Paseamos por el club para hacer hambre, de retorno a la casa estuvimos bebiendo, comimos carnes frías que había preparado la servidumbre a la que habían despachado y platicábamos de todo y nada hasta que comenzamos a abordar temas sexuales.

Poco a poco Daniel me preguntó que si me interesaría iniciar un trío allí, con ellos. Lo pensé un rato, estaba felizmente casado pero el deseo es el deseo. Entonces nos desvestimos, Asunción se acercó a mí, me besó mientras su marido la cachondeaba por atrás, ella me jaló y me paró, quedamos en un círculo, ella a mi derecha y él a mi izquierda. Yo le metía los dedos de la mano derecha en la vagina, ella me agarraba la verga y su marido le frotaba el culo y las tetas.

De pronto sentí que Daniel me agarraba la verga, cuidadosamente, pero con pericia, tras algunos segundos ambos se agacharon y para mi infinita sorpresa se empezaron a disputar mi palo erecto, me lo chupaban y se besaban, me comencé a preocupar, era más de lo que me había imaginado. Tras cierto tiempo Asunción me jaló a una cama, nos colocamos de manera tal que ella me felaba mientras su marido se la cogía de perrito, cuando estaba a punto de venirme, ella se detuvo y se fue. Daniel y yo nos quedamos jalándonos los penes para no perder la emoción.

Asunción regresó con vaselina, desinfectante y condones. Puso a su marido boca abajo y le empezó a untar la vaselina en el culo y lo empezó a dedear, cuando el pedía más, se detuvo, se acercó a mí, me dio otra chupada y me colocó un condón. Entonces me jaló hacia su hombre y me dijo: “Métesela, si, plis”, con sus ojos hermosos y los labios que ponía en forma de corazón.

La verdad no supe qué hacer, pensé “Estos creen que soy puto o qué”, Daniel me acercaba las nalgas y poco a poco se las fui sobando y le recorrí su ranura con mi verga, me acomodé y lentamente se la dejé ir, ya que el sexo anal no es tan fácil como el vaginal, ¡estaba incrédulo cogiéndome a un hombre y agarrando ritmo!

El estaba superexcitado y gozando más que yo. Cuando terminé me quité el condón, él quiso besarme pero no acepté. Fui a la cantina a servirme un trago fuerte y a lavarme la cara, las manos y la verga. Cuando regresé a la sala, él se la estaba cogiendo armas al hombro y los gritos de ambos entre que daban susto y eran un llamado a una orgía. Acabaron.

Asunción seguía en celo y su marido reposaba. Ella se acercó a mí y quería acariciarme yo me negaba, susurraba “Qué, no te gusto ya”. Yo vacilaba, pero enfrente de mí tenía una vagina de primera calidad, reanudamos los besos y las caricias. La dedié, mordía ligeramente sus pezones sin causarle daño y cuando iba a metérsela su marido me aventó un condón, “A pelo sólo yo”, señaló. Me la cogí rico pero nervioso. Su aroma era exqusito y se dejaba hacer a mi placer.

Estuvimos diez minutos o un cuarto de hora en silencio, escuchando nuestras respiraciones acompasadas. Fui al baño, me vestí y me despedí de ellos. Salí de allí diciéndome: “Bowler no eres puto, pero no lo vuelvas a hacer”. Hasta empecé a cuestionar mi virilidad. En las semanas siguientes estuve muy cariñoso con mi esposa y distante de Asunción, me hice muy amigo de la colombiana que vivía con su hermana y una amiga en una colonia céntrica. Una noche al salir de clases, Asunción me abordó, no me dejó escabullirme y me interrogo que qué me pasaba.

Le dije que no me había agradado la experiencia de echarme a su marido, ella lloro, me explicó que su marido era varonil, pero con tendencias bisexuales y que estaba muy enamorada y prefería ver con quién se acostaba su macho. De verdad lo quería.

El tiempo pasó, yo quizá para probarme mi hombría, me fui ligando a la colombiana. Ella sabía que era casado, pero eso parecía provocarla más. Pasamos de fajes en el cine, a que me diera mamadas en los coches, a acostones en algún motel, a diferencia de Asunción que tenía muy corto el vello púbico, ella lo tenía abundante y los pechos muy generosos. Tenía gran ritmo y se movía supersabroso, era muy cachonda. Me gustaba tanto la pinche bogotana que hasta mi mujer comenzó a sospechar, pero afortunadamente el trabajo la absorbía y yo me hice el celoso para desviar la atención, ya que sabía o eso quería pensar, que me era dedicadamente fiel.

Para probar que era muy chingón, una tarde a media cogida le propuse a Eva, así se llamaba la colombiana, que se integrara a un trío con otra mujer. Me respondió muy a la mexicana, “No soy tortilla”, es decir lesbiana, y dijo que si yo apenas podía darle batería no podría con dos hembras. Pero yo insistí al notar el tono de su respuesta que se iba volviendo más dubitativo. Me dijo, “Y tu esposa qué opina”. Le respondí que no iba a ser con mi esposa. “Entonces con quién”, señaló. No me creía cuando le dije que con Asunción.

Tenía el teléfono de Asunción y al día siguiente me comuniqué con ella y pedí verla, ella no quería, herida por mi gelidez, pero al fin accedió a tomar un café. Le dije que me debía una, contestó que estaba de acuerdo que nos fuéramos de inmediato a un motel, hasta me tocó la verga por debajo de la mesa con un pie. Le dije que no, que me gustaría tener un trío en el que ella participara y yo ser el único hombre, se molestó mucho, me dijo que no era un objeto sexual ni la gata de nadie, discutimos tanto que otros parroquianos se nos quedaron viendo, se paró para irse pero yo se lo impedí y la besé con sentimiento verdadero ya que era muy seductora, nos dimos un buen faje en el estacionamiento hasta chorreó de lo lubricada que la dejé.

No me confirmó nada. Quedé con Eva en mi casa un viernes por la noche, ahora mi esposa estaba en Mazatlán, yo argumenté exceso de trabajo para no acompañarla y le hice una escena advirtiéndole que no anduviera de puta para cubrirme, ella me prometió amor eterno y se fue convencida de que el fin de semana me iba a portar de lo mejor.

La noche esperada Eva llegó con un pantalón embarrado y una blusa muy provocadora, llevaba su cepillo de dientes y una muda de ropa, para lo que se ofreciera. Al verla, olerla y tocarla pensé que era muy afortunado al tener solo para mí a ese hembrón, ya había olvidado a Asunción. Cuando tocaron el timbre supuse que era la pizza que había pedido para cenar, pero era Asunción que estaba sola.

Venía muy triste, me confesó que se había dado un agarrón con su marido porque ella quería que él le hiciera un hijo a pesar de sus joterías, pero él de plano no estaba listo para eso, él se había salido enfadado de su hogar y ella al estar sola había decidido venir a mi casa. Llegaron las pizzas y encontramos a Eva escuchando música, por cierto a The cure, se me quedó en la mente el dato, no sé por qué.

Asunción antes de ir al baño me pidió el teléfono, hablo con alguien y le suplicó que la cubriera y que dijera que había pasado la noche allá, colgó. Eva y yo empezamos a devorar la pizza, bebíamos vino. Asunción regresó en lencería negra, con liguero y todo, hasta a Eva se le antojo. La colombiana, que en cueros estaba monumental a pesar de no ser muy alta, para excitarnos más, llamar la atención o simplemente porque le vino en gana, se untó mantequilla en el coño y se empezó a fornicar a una botella de vino que aún no estaba abierta, era algo raro e íbamos de sorpresa en sorpresa esa noche, alcanzó el orgasmo con varios gemidos.

Eso desató nuestras bajas pasiones, pero no es fácil cumplirle a dos mujeres calientes, lo sabrá quien haya pasado por eso. Afortunadamente ellas se dejaron llevar y yo disfruté de uno de los espectáculos más bellos de mi vida, la pasión y arrojo de Eva y el dejarse llevar de Asunción.

El par besaba a su manera única, de forma diferente, cada una respondía a mi verga cuando la tenía adentro moviéndose peculiar, Eva cuando me la estaba atornillando, decía groserías colombianas y me hablaba de usted. Asunción suspiraba y le gustaba mucho que le lamiera el coño. Cuando se cogieron rozando sus vulvas y yo veía eso atónito, hubiera muerto feliz.

Ambas se quedaron a pernoctar, Asunción me confesó que le daba miedo dormir sola, y se quedó en mi cama matrimonial, era muy gentil y educada y cohabitamos en el lecho como si lo hubiéramos hecho mucho tiempo. A la mañana siguiente, las despedí pronto, no sin antes prepararles unos hot cakes, Eva no dejaba de excitarnos y se puso miel en las tetas que hizo le chupáramos y repitió el procedimiento con la otra a la que no le gustaba estar pegajosa. Luego se la pusieron en sus cuevitas y me la embarraron en el pene.

Se fueron, puse canciones de Pedro Infante sin mucha consciencia del por qué, me tomé unos tequilas y pensé que debía aprender todo de nuevo y meditar si debería seguir viendo carnalmente a mis dos colitas, antes de encaminarme al aeropuerto por mi mujer.

lunes, 22 de noviembre de 2010

ME PAGO POR DEJARME DAR

Me encontraba en este estado de semi inconsciencia, en mi cama cuando lo oí entrar. Ni despierta, ni dormida… pero percibiendo todos sus movimientos en la casa.

Encendió la luz del pasillo y por la rendija de la puerta, se iluminó mi suelueta, boca abajo en la cama, con tan sólo unas braguitas estilo culote y el sujetador, puesto que en esta casa en verano hace bastante calor.

Esta escena, junto que debía de estar con alguna cerveza de más, lo debió calentar aún más, porque se limitó a entrar en silencio en la habitación y a acariciarme a lo largo de una pierna hasta llegar a mi culo.

En ese momento, retiró la mano y sentí cómo sacaba su cartera y el móvil de los pantalones, dejándolos en la mesilla. Se quitó los calzoncillos y la camiseta y lo dejó caer todo al suelo.

Yo pensé “este es el momento en el que me despertará”

Y la verdad es que me apetecía que lo hiciera puesto que la noche era bastante pegajosa y a esas alturas todavía no había podido dejarme dormir. Al menos, cuando me dan polla por la noche consigo agotarme y dejarme dormir.

Sin embargo no me despertó como yo esperaba. Se dedicó a agarrar su enorme pene erecto y a masturbarse mientras me miraba. Incluso se puso de rodillas encima de mí, por el medio de sus piernas abiertas, estaban las mías semi cerradas. Yo oía ese ruido tan peculiar de cuando un hombre se toca de esa manera. Además, sentía su respiración, cada vez más agitada y acompañada de algún que otro gemido.

Yo seguía boca abajo haciéndome la dormida, aunque en verdad, ya mis hormonas empezaban a excitarse, cada vez sentía más calor de imaginar que un hombre se estaba masturbando de esa forma con tan sólo mirarme. Mi coño empezó a escucrrir líquido y fue en ese momento, en el que se dio cuenta de que no estaba dormida.

Me tocó el coño, con la intención de acariciarlo simplemente y se lo encontró totalmente encharcado.

- ¿estás despierta? - mmm – conseguí gemir. - mm?? y ese gemido qué quiere decir eh perrilla? no me lo puedo creer, yo intentando no despertarte y tu ahí con el coño lleno de agua… que pasa que no querías que te la metiera esta noche?

- Si, si quiero… hazlo porfa. - ¿y porqué no me lo decías eh? O acaso estabas teniendo fantasías con otro hombre eh? - no no, nada más lejos - anda que no, zorrilla, con la mente sucia y perversa que tienes… - que no, de verdad, te esperaba a ti

EStas palabras no le convencieron, se enfadó bastante y se limitó a arrancarme de cuajo esas bragas. De una forma algo brusca me las bajó y yo me limité a abrir algo más las piernas.

- encima se me abre de piernas la muy perra.

Yo esperaba a que me metiera los dedos o a que me estregara su pene para ir calentando aún más mi coño pero no tuvo tanta sensibilidad conmigo. Se había enfadado bastante. Con una mano me separó las nalgas y con la otra, cogió esa enorme tranca colocando el blande en la entrada de mi vagina. Afortunadamente, estaba ya lubricada con mis propios jugos, porque la embestida que me metió fue tan brutal que no pude sino emitir un enorme gemido mezcla de dolor y placer.

- AAAAHHHHHH AHHHHHHHHHHHHHHHHHHHH

Empezó a follarme sin tapujos, una embestida tras otra, y yo cada vez levantaba más el culo para sentir cómo me llegaba esa pedazo de polla erecta hasta el final de coño. Hay un punto que incluso puede llegar a doler, pero cuando una está tan condenadamente cachonda de que se la folle un macho como este, se convierte en algo incomprensiblemente placentero.

Él no paraba de decirme obscenidades tipo: - te gusta eh putita? - si… me gusta… sigue por favor, sigue - joder, debería de estarte doliendo el coño con lo que te estoy dando, y tu sigues ahí pidiendo más como las perras de la calle… menuda zorra me vine yo a meter en casa… - ah ah ah sigue siiii ah ah ah

mis jadeos no cesaban, yo necesitaba más polla, y cada vez sacaba más y más jugos.

- sabes que te digo putita? que si tanta falta de rabo tienes esta noche debería de romperte ese culo rico que me estás poniendo.

Y les tengo que contar que en lo que se refiere a sexo anal, a mis casi 30 años, soy practicamente virgen, cosa que a Él le pone tremendamente cachondo. Aparte de las 3 ó 4 veces que lo habré hecho en toda mi vida, mi culo conserva esa especie de virginidad, me cuesta bastante dilatarlo y eso hace que cuando él me penetra, sienta milímetro a milímetro en su nabo cómo va entrando dentro de mí.

Reconozco que de todas las veces que me ha enculado, esta ha sido la que más me gustó y no sé qué es lo que tiene ese hombre que me pone tan condenadamente excitada.

Con tanto jugo que saqué de mi coño, me lo estregó por todo el ano, metiéndome sus dedos poco a poco, primero uno, luego otro… luego uno por cada agujerito a la vez.

Yo seguía gimiendo y eso le excitaba aún más. Me trataba como su puta particular, y seguía diciéndome obscenidades.

- te gusta puta? te gusta eh? esos gemidos no los dan sino las putitas sabes? tienes un agujero digno de reventar y de esta noche no te escapas…

- si por favor… házmelo… estoy realmente cachonda, sigue metiendome los dedos, sigue tocándome, poséeme, dame más porque estoy que estallo del calor - serás putita… pero tu te has oido hablar? joder cómo me estás poniendo la polla, por supuesto que te voy a dar lo tuyo

Nuevamente, puso su glande sobre mi culo e intentó hacer la primera penetrada, pero no lo consiguió.

- pero bueno puta, tu qué te crees que es esto? primero me invitas a pasar y luego te me cierras de esta manera?¿

- no no, vuelve a intentarlo, sigue tocándome, que yo quiero que entre - mentirosa, tienes el agujerito todo cerrado, no te dilata, qué pasa, que no te gusta lo que te estoy dando? - si si me gusta - calla puta mentirosa! – me decía mientras seguía introduciendo sus dedos en mi culo, dilatándolo aún más. - que no, de verdad, ves como te quiere dentro - no te creo perra! mira como el otro día te entraron todas esas pollas facilitas, te acuerdas? - si… ahhhh si…. ahhhh pero… pero es que eran otras pollas mas pequeñitas que la tuya - ah si? qué me estás diciendo? que tenía que haber traído a mis amigos a casa para que te abrieran bien el culo como el otro día? tanto te gustó perra? olvídate de pensar que cada vez que te quiera follar el culo tendrán que entrarte otros antes, este culo es mío, y tu eres MI puta, así que ya puedes irte dejando de follar por otros, que para algo te dejo quedarte conmigo hija de puta.

sus palabras me excitaban más y más… y yo le decía:

- yo sólo quiero que me lo hagas tu, no quiero a nadie más… me gusta tu polla, me gusta contigo, me gusta dejarme follar por ti, me gustan tus palabras sucias, me gusta que me digas qué tengo que hacerte para que te corras conmigo…

- ah si?? te gusta?? pues a qué esperas para abrirme ese culo eh? a qué? – volvió a ponerme el glande sobre mi coño pero a pesar d emi excitación, no conseguía entrar, la tiene exageradamente grande para mí. Se enfadó aún más de lo que ya estaba.

- mira puta perra, deja de mentirme de una vez ya! que tan cachonda no estás si no te dejas meter la polla de tu hombre dentro!. – me dio una enorme nalgada y me escupió en el ano. - ahhhh siii que bueno

mas nalgadas

me volvió a escupir

- esto es lo que te gusta? es esto? no… ya sé lo que te hace falta a ti.. el empujoncito final…

Estiró su brazo hasta la mesilla, cogió su cartera sacó un billete de 20 euros. Con su mano me agarró de los pelos, me tiró la cabeza hacia atrás y aprovechó que abrí la boca para soltar mi gemido de placer para meterme el billete dentro de la boca.

- así, ahora sí… como las putas de verdad, aquí tienes tu puto dinero por dejarte follar.

este gesto hizo que inmediatamente se me abriera el culo como el bebedero de un pato. Me puso la polla delante y dio esa enorme embestida, brutal, profunda, que me hizo gemir de placer, sacando el billete de mi boca.

- cómete el billete zorra, que es tuyo.

empezó a encularme salvajemente, yo estaba tan excitada por ese dinero que seguí poniendo el culo en pompa para que me lo reventara bien. El gemía, gritaba y me seguía diciendo guarradas

- así perra, déjate dar joder, pero qué rico culo tienes, te gusta eh¿ te gusta?

no me dejaba ni hablar

otro billete más de 20 euros en la boca.

cómete otro de estos más para que me dejes permiso para romperte el culo, te lo quiero destrozar. De aquí no paro hasta hacerte la sangres so puta.

yo gemía. Me estremecía. Me agarraba fuertemente a las sábanas.

Sus embestidas seguían y seguían… me agarraba del pelo, me obligaba a mantener el dinero en la boca. Estaba a punto de correrse.

- ahí te vas a llevar mi leche… joder mi putita cómo me tienes - y tu a mí cielo, sigue - te vas a dejar? no verdad?? Toma… toma puta, toma… toma otros 20 euros para que me dejes correrte el culo… AHHHHH AHHHH AHHHHHHHHHH

SE corrió todo… dejó caer su cuerpo sobre el mío y no me sacó la polla, aunque seguía haciendo presión, y mi coño se estregaba con las sábanas…

Y yo con el calentón que tenía, con el dinero en la boca y con una polla que seguía dándome por el culo, conseguí un extraordinario orgasmo contra las sábanas…

Sí… qué puta soy…