miércoles, 26 de agosto de 2009

VIRGEN A LOS 28

Mi calentura era tal que yo misma me lo empujé todo adentro, sintiendo un poco de dolor y al momento sentí un placer y una excitación como nunca creí que se pudiera sentir. Le pedí que me clavara, que me la metiera bien adentro y él colocando mis piernas contra mi pecho, se dejó ir con todo, sintiendo que esa enorme verga me llegaba hasta el estómago.

Me llamo Natalia y siempre he considerado que una mujer que se precie de ser femenina, mejor dicho toda una mujer, debe de vestirse desde adentro con ropas muy sensuales, siendo la interior la principal, pues cuando estás con un hombre, debes de darle una imagen inolvidable. Por razones de mi trabajo, pues soy secretaria ejecutiva de una importante empresa de mi ciudad, me toca asistir a reuniones, cócteles y otro tipo de reuniones sociales, pues mi jefe dice que mi imagen le ayuda a cerrar sus negocios.

Soy una chica de 28 años y aunque no lo crean, virgen hasta esa noche, mis medidas 92-63-100 y mido 1,78 de estatura, mi pelo es castaño claro y algo rizado y mis piernas generalmente son el foco de atención pues me esmero en cuidarlas y siempre me encanta vestir ropas muy provocativas si llegar a ser vulgar pero si muy sexy.

En la ocasión que quiero contarles, me llamó mi jefecito y me dijo que esa noche tendríamos un recepción para un cliente muy especial y que iba a ser de gran gala pues este señor era el dueño de una serie de empresas, lo que en mi país llamamos un grupo empresarial, y que quería que se llevara la mejor de las impresiones y que parte de ese trabajo me correspondería a mi, despachándome para la casa para que tuviera tiempo de arreglarme. La reunión estaba pactada a partir de las 8 p.m. y como eran las 11 a.m., me dispuse a ponerme lo más linda, sexy y atractiva que pudiera pues quería que mi jefe y su cliente se llevaran una buena impresión, así que me fui a mi apartamento, pues vivo sola, para darme una ducha y luego ir al salón de belleza para que me peinaran y maquillaran diciéndole al encargado que esa noche quería verme espectacular.

Después de esto y de que realmente espectacular me dirigí al apartamento y seleccioné la ropa que iba a usar esa noche. Seleccioné un vestido negro con aberturas laterales que llegaban a la mitad de mis muslos, y la ropa interior que seleccione era una tanga tipo hilo dental un brassier strapless ya que el vestido era de ese estilo, liguero negro y medias negras y zapatos cerrados con un tacón de 10 ctms. Cuando terminé de vestirme llamó mi jefe para decirme que se encontraba en camino a recogerme y efectivamente como a los 10 minutos llegó y partimos hacia el sitio de la reunión que era uno de los hoteles más elegantes de mi ciudad.

Yo me imaginaba que el señor importante al que íbamos a tender sería un viejito, cual no sería mi sorpresa cuando me presentaron a un hombre de unos 45 años, moreno y con una sonrisa que derretía el hielo, dedicándome una que me dejó sin saber que decir. Su nombre era Carlos. No se si fueron cosas de tragos o si realmente yo deseaba ser tomada por él, por Carlos, pero notaba que mi conchita se estaba humedeciendo bastante. Mi sorpresa fue grande cuando mi jefe me dijo que Carlos quería que yo le mostrara la ciudad partiendo de la reunión a eso de las 11 p.m.

Recorrimos varios sitios y él me preguntó que si me gustaba bailar a lo que le respondí que si y que conocía un sitio en el que podríamos estar tranquilos, invitándolo a mi apartamento.

Llegamos al departamento y subimos en el ascensor. Mientras subíamos noté que no quitaba la mirada de mis tetas y que con su mirada me recorría entera de arriba hacia abajo, diciéndome que estaba muy sexy con lo que cada vez me sentía más y más excitada. Creo que él lo notó pues apenas entramos cerró la puerta y me tomó en sus brazos y me dio un beso que me dejó sin respiración y así, sin soltarme, bajó la cremallera de mi vestido, quedando en la ropa interior que ya describí.

Me preguntó en donde estaba la habitación y tomándolo de la mano lo guié hacia ella pues ya no aguantaba más y quería que este hombre me montara y me hiciera lo que él quisiera. Cuando entramos a la habitación, le pedí que me dejara desnudarlo a lo que respondió con una de esas sonrisas maravillosas que tanto me gustaban, así que procedí a quitarle el saco, la corbata y la camisa. Cada vez que yo le quitaba una prenda, él me daba un beso y me acariciaba toda.

Cuando le quité el pantalón y quedó en calzoncillos, casi me desmayo al ver el bulto que se había formado y no aguanté más le quité la ropa interior y me lancé de cabeza a saborear esa maravilla de verga, medía unos 18 cms. de largo y era bastante gruesa, tanto que casi no me cabía en la boca. Empecé a lamer la cabeza, como si fuera un cono de helado y poco a poco me la fui introduciendo hasta casi llegar a tenerla toda adentro.

Mientras se la mamaba no quitaba mis ojos de su rostro y podía ver la cara de satisfacción que ponía. En un momento me pidió que parara para que él me desnudara y tendiéndome en la cama, me quitó el brassier y el panty quedando solo con las medias y el liguero. Me dijo que quería darme placer y sin pensarlo dos veces puso mis piernas sobre sus hombros y se metió de cabeza entre ellas para darme una mamada de conchita que me hizo estallar en un delicioso orgasmo, llenándole la cara con mis jugos. Después de este orgasmo, me depositó boca arriba en la cama y empezó a recorrerme el cuerpo con su lengua, sintiendo en cada lambetazo un corrientazo pues ya sabía lo que vendría después. Le pedí que no me hiciera esperar más que me la metiera, eso si le advertí que era la primera vez que estaba con un hombre y él me respondió que lo sorprendía y que tendría cuidado para no lastimarme.

Se tendió sobre mí y colocó la punta de su verga en la entrada de mi coñito y empujó un poco hasta que sintió como llegaba al himen y paró para que me acostumbrara a sentirlo. Mi calentura era tal que crucé mis piernas sobre sus caderas y yo misma me lo empujé todo adentro, sintiendo un poco de dolor y al momento sentí un placer y una excitación como nunca creí que se pudiera sentir. Le pedí que me clavara, que me la metiera bien adentro y él colocando mis piernas contra mi pecho, se dejó ir con todo, sintiendo que esa enorme verga me llegaba hasta el estómago, empezando a bombearme, sacándola casi toda para luego embestirme una y otra vez hasta que llegué otra vez al orgasmo pidiéndole que quería sentir su leche dentro de mí, que por favor me llenara de ella.

Así lo hizo y en dos o tres bombeos más se derramó todo dentro de mí. La sensación al sentir su semen dentro de mi fue algo maravilloso.

Descansamos un rato, durante el cual nos bebimos unos tragos de vino, preguntándome si me gustaría repetirlo pero por otro lado, le pregunté que por donde y me respondió “por el culo muñeca” le contesté que eso dolía, pues amigas a las que les habían roto el culo me habían dicho que eso era así.

Él me tranquilizó diciéndome que eso pasaba cuando no se estaba bien preparada. Sus palabras me inspiraron confianza y le dije que me preparara para recibirlo y me colocó boca abajo dedicándome una lamida de culo que me hizo ver las estrellas, al mismo tiempo y ayudado por mis jugos, pues todavía estaba súper mojada, luego me colocó en cuatro patas, con mi cabeza enterrada en la almohada y me fue metiendo un dedo y luego dos y luego otro más hasta que sentí la cabeza de su verga a la entrada de mi virgen culito, empezando a penetrarme poco a poco.

Sentí al principio un dolor terrible y le pedí que me la sacara pero su respuesta fue una profunda embestida, quedando yo totalmente ensartada en esa vergota, se quedó quieto un momento para que me acostumbrara a sentirlo y luego empezó a bombearme de una manera deliciosa, convirtiendo el dolor y las molestias en puro placer. Creo que me tuvo así como unos diez minutos hasta que sentí como se tenso, me la metió hasta los huevos y se corrió dentro de mí.

Esta historia no termina aquí, pues con él he aprendido muchas cosas sobre el sexo. A propósito ya no trabajo para mi antiguo jefe, ahora trabajo para él y en la oficina cuando no se encuentra nadie han pasado muchas cosas que en otra ocasión les contaré.

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