viernes, 25 de septiembre de 2009
COMPARTIENDO UN SECRETO
Ella comenzó a gritar que jamás soñó con tener un pene tan grande dentro de ella, que sentía que le abría las carnes, yo me daba cuenta que cuando se lo clavaba hasta el fondo ella sentía la estocada y eso me excitó mucho, era como estar saboreando su virginidad, y en efecto, eso era lo que estaba haciendo, por tamaño y por acción no me cupo ninguna duda que mi querida suegrita, por primera vez, estaba sintiendo aquellas sensaciones y era yo el que se las estaba proporcionando.
La historia que relataré es verdadera. Mi suegra y yo siempre nos hemos llevado muy bien, atenciones por parte de los dos, amistad, confianza, etc. Al transcurrir el tiempo fuimos tomando más confianza entre nosotros y así algunas veces en las cuales nos quedábamos a dormir en su casa o ella en la mía, la podía observar en ropa interior o de dormir. Poco a poco fui observando que poseía muy lindas piernas, buenos senos y un cuerpo atractivo, a pesar de su edad. (Ella tiene actualmente 58, yo 39 y mi suegro 65).
Después yo me fijaba o trataba de sorprenderla en ropa interior o trataba de tener algún tipo de contacto o roce con ella. También nuestras conversaciones, cuando nos encontrábamos solos eran poco a poco más fuertes, en lo que se refiere al sexo y lo platicábamos a menudo. De esta forma, con el correr del tiempo yo me encargaba de hacerle algunas friegas y masajes en su espalda, brazos y piernas, o bien, revisarle los pies para tratarle alguna uña, masajes, etc. Realizando estas prácticas, yo, cada vez me acercaba a sus zonas íntimas (senos, entre las piernas muy cerca de su vagina y las nalgas) ante lo cual yo me daba cuenta que cada vez me era posible tocar más y más.
También cuando le revisaba los pies, ya me era posible ver con toda calma sus calzones y todo lo que ocultaba bajo sus faldas. Esta práctica me excitaba mucho y me las arreglaba para conducir las conversaciones en torno al sexo y sus variantes. De esta forma ya hablábamos de ciertas posiciones, masturbación, exhibicionismo, sexo anal, etc. Temas que yo sabía que mi suegro jamás los llegaría a hablar con nadie. Así, gradualmente mi suegra comenzó a mostrarme cada vez más sus secretos, de la misma forma que comenzó a cambiar su vestuario, sobre todo, su ropa interior, la cual era cada vez más sexy. A estas alturas yo le acariciaba los pechos con la excusa de echarle alguna crema, yo disfrutaba mucho esta práctica tomándola siempre por atrás ya que a ella le daba vergüenza que se los viera y así aprovechaba de rozar mi cuerpo contra sus nalgas.
Cuando le revisaba los pies ella abría las piernas descuidadamente y yo tenía a mi disposición, sin ninguna reserva, la vista de sus piernas y en especial de su vagina, cubierta ahora por diminutos y transparentes calzones. Así, ella llegó a contarme que toda su vida vio al sexo como algo que se debía ocultar, que jamás tocó estos temas con su esposo (cosa que yo ya me lo imaginaba) y que al final de cuentas yo era la única persona con la cual conversaba de esto y que le gustaba aprender situaciones que ella jamás viviría; yo para mis adentros solo deseaba tener la oportunidad de realizar sus fantasías sexuales y las mías también, ya que me la imaginaba totalmente inexperta en estas lides.
Pasaba el tiempo y ella siempre me invitaba a su casa cuando estaba sola o llegaba a mi casa cuando yo también estaba solo y yo ya disfrutaba viendo su cuerpo y sus calzones totalmente mojados. A la menor oportunidad ella se recostaba y yo recorría su cuerpo con supuestos masajes, los cuales ahora eran caricias, de esta forma poco a poco comencé a tocar sus labios vaginales, primero sobre su calzón y después mis dedos se metían bajo sus delgadas prendas, mis dedos quedaban totalmente mojados por ella y mi pene totalmente erecto, ante lo cual yo me las ingeniaba para que ella se diera cuenta de esto, ya sea mediante roces y la simple vista a través de mi ropa. Así logré que ella alcanzara varios orgasmos y tácitamente, éramos cómplices de esta situación.
Cuando estábamos con otras personas, de una u otra forma ella se las arreglaba para abrir sus piernas y mostrarme sus encantos. Ya hablábamos de que estas prácticas a ella le hacían muy bien, porque su organismo comenzaba a producir algunas hormonas que su cuerpo ya había dejado de hacerlo, etc.
Un día le saqué los calzones y comencé a acariciar su ano, después de haber jugado un buen rato con su conchita, la note excitada como nunca y la masturbé analmente. Lubriqué mis dedos y se los introduje alternadamente, hasta que logré introducirle dos dedos al mismo tiempo, su orificio estaba muy dilatado y suave, producto de la crema aplicada, ella gemía y su respiración se tornó muy brusca, yo le dije que yo no aguantaba más y que necesitaba poseerla, que si ella no lo consentía la iba a violar de todas formas, ella contestó que podía hacerlo por el ano, ya que su esposo jamás la había tomado por ahí y que según una conversación anterior de esta forma su cuerpo absorbería mi semen y con ello proteínas y hormonas que mi cuerpo producía.
Yo me desvestí rápidamente mientras ella ondulaba su lindo y grande culo, puse la cabeza de mi pene, el cual estaba totalmente erecto, a la entrada de su ano y comencé a presionar hacia adentro, mi suegra comenzó a gritar de placer y le introduje el pene hasta el fondo, su ano estaba muy dilatado y lubricado. Sentí como ella estaba teniendo un orgasmo y yo le deposité todo el semen de mis bolas dentro del ano, fue una sensación inolvidable, y nos mantuvimos unidos un buen rato, ella ahora acostada boca abajo en la cama y yo sobre ella; luego noté que mi erección declinaba y fui a asearme un poco, regresé y al verla tendida sobre la cama con sus ropas totalmente revueltas mi pene se erectó nuevamente, la visión realmente era muy excitante, me acerque a ella y la comencé a acariciar, ella reacciono abriendo sus piernas, la puse de espaldas y se encontraron nuestras miradas, pude ver que estaba totalmente excitada, muy caliente.
Yo estaba de pie y ella podía observar mi pene frente a ella, deseándola, amenazándola con otra embestida. La hice sentarse y le introduje el pene en su boca, ella lo recibió primero suavemente y luego trato de tragárselo entero, me dijo que quería hacer un pacto, que quería ser la mujer más puta que pisara la tierra, que yo le hiciera todo lo que se me ocurriera, que ella necesitaba gozar de todo lo que se perdió y privó durante su vida, así entre palabras y gemidos yo eyaculé dentro de su boca, la cara de excitación de mi suegra en esos momentos fue indescriptible y tragó todo lo que le deposité.
Descansamos un momento y ella fue a cambiarse ropa, se puso unas medias y portaligas negros, una blusa trasparente y una falda, la cual, se tomó con un cinturón para que le quedara como minifalda. La visión fue magnífica, se paseó por el dormitorio para que pudiera admirarla y luego me dijo que fuéramos a la sala de estar, sus piernas se veían muy bonitas, su culo precioso y al agacharse descuidadamente se veía su conchita muy dilatada. Yo me senté en el sofá y me agarre el pene y comencé a ofrecérselo recostado en el sofá. Ella montó sobre mí y le ensarté el pene de un golpe, mi suegra dio un grito, yo la tomé de las caderas y comencé a moverme totalmente caliente.
Ella comenzó a gritar que jamás soñó con tener un pene tan grande dentro de ella, que sentía que le abría las carnes, yo me daba cuenta que cuando se lo clavaba hasta el fondo ella sentía la estocada y eso me excitó mucho, era como estar saboreando su virginidad, y en efecto, eso era lo que estaba haciendo, por tamaño y por acción no me cupo ninguna duda que mi querida suegrita, por primera vez, estaba sintiendo aquellas sensaciones y era yo el que se las estaba proporcionando. La tomé repetidas ocasiones y de diferentes formas, dentro de su cama, la cocina, el baño, por toda la casa, la disfruté de muchas maneras y ella se entregó totalmente incondicional, nos abandonamos a la lujuria, nos excitó de sobremanera la relación de suegra- yerno que existía entre nosotros.
Desde ese día, cada vez que podemos, nos entregamos a diferentes juegos eróticos, los cuales nos hacen muy bien a los dos y damos rienda suelta a nuestras fantasías sexuales.
Por lo anteriormente narrado, me considero un hombre muy afortunado, porque entre mi suegra y mi esposa, la cual también es muy caliente, cumplo los sueños y deseos secretos, los cuales yo sé que para muchos hombres son solo eso, sueños. Pero uno debe tratar de alcanzar los sueños, con inteligencia, perseverancia y un poco de audacia se pueden convertir en realidad.
La historia que narré es totalmente real y la quisimos compartir con ustedes, ya que ahora estoy escribiendo junto a mi querida suegrita. También les queremos contar que regularmente visitamos esta página en busca de “emociones” y que desde aquel día memorable se van a cumplir tres años.
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