viernes, 26 de febrero de 2010
mi sobrino y yo
Tengo 28 años y hace un año ocurrió algo que todavía de recordarlo me excita. Acostumbro a tomarme fotos desnuda o usando ropa sexy y ponerlas en mi messenger para enseñárselas al chico con el que salgo.
En una ocasión olvide por completo quitar esas fotos y mi sobrino ocupo mi laptop pero nunca me di cuenta de que había visto mis fotos hasta que un día por messenger me comento que las había visto y que la verdad le gustaba mucho que yo estaba muy bien que esperaba que algún día pudiéramos hacer algo mas.
Lo tire de loco y le pedí que no volviera a comentarme esas cosas ya que yo era su tía. En una ocasión tuvimos la oportunidad de vernos en una reunión familiar y yo andaba super cachonda, me fui a dormir temprano y poco después mi hermana de 19 años subió conmigo pero ella quedo profundamente dormida. Como yo necesitaba mi maleta le marque a mi sobrino para que me la subiera pero dentro de mis pensamientos ansiaba provocarlo para ver que pasaba entre los dos. Para mi mala suerte no subió nada él si no una prima me hizo el favor de subir mis cosas. Cuando ya estaba resignada a no verlo subió en ese momento y le dije que lo andaba buscando, mis piernas temblaban y lo que se me ocurrió fue enseñarles mis enormes tetas y acercarlo a que las chupara, a lo cual no se resistió ni un poco me las mordisqueo y chupo un poco mientras yo ansiosa busque bajar un poco sus pantalones, mi sorpresa fue enorme ya que para tener 19 años y una baja estatura, aparte de tener una cara inocente tenia un miembro de buen tamaño, al acariciarlo moría por chuparlo, así que se lo saque y me lo metí en la boca, él estaba nervioso por que podía despertarse mi hermana, le dije que no haríamos ruido.
Comencé a chuparsela con ganas, recorrí con mi lengua tan majestuoso miembro, se la chupe con tantas ganas que antes de poderse venir, me pregunto que si me tomaría su leche caliente.
Le dije que si, continué chupandosela hasta que se vino en mi boca, antes de irse me metió los dedos en mi vagina y me acaricio un seno, después bajo y me dejo sola.
Yo quería que volviera a subir ya que estaba más caliente aún quería que me cogiera, pues me había encantado su pene, pero lamentablemente ya no pudo ser.
Poco después me entere que al parecer a el le gusta mi hermana y se la quiere echar, aunque yo digo que es una lastima ya que yo tengo mas experiencia que ella y lo puedo hacer gozar como ninguna, o ustedes que opinan?
jueves, 18 de febrero de 2010
AMOR DE MADRE
Hola, soy Marisa, tengo 46 años y les voy a contar lo que para mi de verdad es el amor de una madre. Les pongo en situación, en mi casa vivimos mi marido, de la misma edad que yo, y mis tres hijos, dos varones y mi hija, la mayor.
Marcos, el pequeño, de 18 años es el que protagoniza esta historia. Es un chico alegre, que da los problemas justos y que el tiempo que esta en casa lo pasa como cualquier otro joven de su edad, estudiando o con el ordenador o la tele. Conmigo de nunca ha sido muy cariñoso, se que me quiere pero no lo demuestra lo que yo, y todas las madres, nos gusta que nos lo demuestren, es un tópico, pero ninguno de mis hijos me da tanto cariño como mi hija, es muy diferente, pero en fin, lo acabé aceptando.
Todo comienza un día normal que al pasar frente a la puerta del baño veo a mi hijo Marcos a punto de meterse en la ducha, desnudo, le vi su culito joven y me recordó mucho a cuando era mas pequeño, seguí mi camino, él se metió a la ducha y yo me fui a la cocina, mientras hacia mis cosas recordaba los buenos momentos de su infancia, me alegro mucho recordar tantas cosas y todo lo que podía hacer con el cuando era pequeño. Se me ocurrió ir al baño y decirle que si me dejaba que le bañara como hacia con el cuando era pequeño, le dije que me había dado un arrebato de nostalgia y que si no tenia prisa me gustaría que me dejara. Él me dijo medio en broma medio sorprendido que qué cosas decía, que ya era muy grande para eso, yo insistí que solo iba a ser ese día, que ya no hacíamos nada juntos y que solo era por recordar. El acabo aceptando algo nervioso, así que abrí la cortina de la ducha y empecé a enjabonarle la espalda y el culete porque él estaba en esa posición, parecía reticente a darme la cara, me imagino que seria porque no le viera sus partes, mientras le enjabonaba yo me encontraba en una postura muy forzada así que le dije que iba a meterme con él en la ducha, que estaba incomoda, él se puso algo nervioso pero me dijo que bueno, que como yo quisiera, seguía dándome la espalda.
Me quite lo que llevaba hasta quedarme desnuda y me hice una coleta antes de entrar en la ducha para continuar enjabonándolo, hice que se diera la vuelta y que quedara de cara a mi, vi lo que me esperaba, tenia una erección importante, e intentaba ocultarla, a mi me cortó un poco pero rápidamente le dije que no tenia que ocultar nada, que era normal que aunque fuera su madre, era mujer y estaba tocando partes del cuerpo sensibles, así que todo se distendió un poco, se le bajo la erección algo, pero se le quedó bastante espabilada. Le enjabone todo el cuerpo y le dije que me enjabonara a mi también, así que empezó a hacerlo por brazos piernas cuello y espalda, hizo un amago como de terminar y le dije que todavía no había terminado, que si él no se lavaba sus partes cuando se duchaba, riéndose me dijo que si, y empezó a enjabonarme las tetas, lo hacia con suavidad, centrándose en los pezones, algo que me gustó bastante y luego bajo a enjabonarme el culo, hacia movimientos fuertes a lo largo de entre mis nalgas, y termino por enjabonarme mi vagina, lo hacia con la palma de la mano, siendo algo basto, pero me estaba encantando, yo lo miraba a los ojos, mientras notaba que otra vez le subía la erección, pensaba en él como mi pequeño, mi tesoro, el que salió de mi hace 18 años y estaba muy emocionada, se le fue quitando la vergüenza a la vez que yo iba intentando ocultar mi calentura, le dije que ya estaba bien, que ya estaba enjabonada, y él con una risilla dejo de hacerlo, tenia una erección descomunal, hasta se podían observar vaivenes en su pene debido al bombeo de sangre de sus latidos así que puse mi mano en él y empecé a tocársela con fuerza, tardo 20 segundos o menos en eyacular, estaba claro que estaba muy muy caliente. Se abrazo a mi con sus manos en mis cachetes y me dio un beso en el cuello acompañado de un pico en los labios, me aclaró, lo aclaré a él y nos secamos.
Esa semana cuando nos quedábamos a solas o apartados del resto de la familia, me decía que le encantaría volver a ser pequeño, que le había encantado la ducha y recordar eso, que ahora le gustaría recordar cuando mamaba de mi leche, lo decía en tono de broma, pero a mi me estaba gustando la idea, pasaron dos semanas en las que su cariño y sus gestos hacia mi sorprendieron a todos, llegaba y me daba dos besos siempre, me decía guapa cuando iba con mi marido para salir a la calle y cuando estábamos solos me daba palmadas en el culo que me hacían mucha gracia. En ese tiempo yo estaba muy a gusto, lo que paso en la ducha no repercutió en nada mi relación con mi marido, no le conté nada, ni que me duché con Marcos, no lo veía necesario.
Mi marido Alejandro es un hombre muy fogoso, trabaja mañana y tarde pero viene a comer al medio día, coincide que mis hijos estudian y nada más comer, se van cada uno a sus quehaceres, y casi siempre tenemos media hora mi marido y yo después de comer, para nosotros, antes de que Alejandro vuelva al trabajo. De los cinco días laborales, todas las semanas, dos o tres días, hacemos el amor a esa hora, él me hace cosas que me gustan mucho, me tiene satisfecha en la cama, ha ido evolucionando en lo que me hace durante los años que llevamos casados y no tengo mas que recompensarle aceptando las proposiciones de cama que me hace a esas horas, yo disfruto mucho y él se va muy contento al trabajo. Cuento esto porque a la tercera semana de lo de la ducha, estábamos a esa hora en mi casa mi marido y yo, y mi hijo Marcos que no iba esa tarde a clase y estaba echándose la siesta.
Yo dije que no haríamos nada ese día, por la presencia de Marcos en la casa pero mi marido insistía y al final nos fuimos al cuarto y empezó a tocarme, yo ya estaba muy caliente cuando Alejandro fue a cerrar la puerta, me acorde de Marcos y de que quizás estaba despierto y le dije a mi marido que no cerrara, que él estaba dormido y que no se enteraría, que no quería agobiarme con la puerta cerrada, a él le sorprendió pero me hizo caso y se puso a hacerme las cosas que el me hace, yo estuve especialmente habladora, le decía cosas un poco mas altas de lo normal a mi marido, tampoco gritaba, pero si lo justo para que si mi hijo estaba despierto me escuchara bien, solo de pensarlo me puse muy caliente y le dedique a mi marido unas frases muy subidas de tono y uno de los mejores polvos que habíamos echado en meses. Al terminar me dijo que hoy había estado increíble, que lo había dejado muerto, y que me quería más que nunca. Yo pletórica le despedí diciendo que para mi también había sido increíble. Cuando volvía de despedirlo en la puerta, y antes de ir a mi cuarto a acostarme un poco la siesta me pase por el cuarto de mi hijo con el camisón que uso para dormir, que tiene algo de transparencias y no llevaba nada debajo, me adentre en el cuarto para ver si mi hijo dormía y la verdad es que no me di cuenta de si estaba fingiendo o no, pero dormido parecía, le di un piquito en la boca y le tapé. Para después ir a mi cama.
Al despertar de la siesta, estando en la cocina, se despertó mi hijo y entro para merendar algo, yo estaba fregando algunas cosas y el llego y se puso detrás mía, apretando su pene contra mi culo, me retiro el pelo de la oreja y me susurró al oído que como me había ido la tarde, que si había hecho bien la digestión, me lo dijo riéndose y dándome besitos en el cuello, así que yo lo comprendí de inmediato, me había escuchado mientras hacia el amor con mi marido, me di la vuelta y lo mire a los ojos y le dije que si le gustaba lo que decía su madre mientras hacia el amor y me dijo que si que se había puesto muy caliente escuchándome y que le habría encantado ser él a quien se lo decían.
Tras oír eso, deje caer en vestido que llevo para estar por casa y me quede desnuda delante de el, le dije que si quería merendar de mi leche, como cuando era niño y él empezó a chupar, me dijo que si lo hacia bien y le dije que si que no había cambiado, el se esmeró y me dio varios mordisquitos en los pezones lamentando en voz alta que no hubiera leche, que le hubiese gustado recordar su sabor. Al decirme eso me enternecí mucho, necesitaba tenerlo dentro, que volviera al sitio del que salio, al sitio que tanto cobijo le dio durante nueve meses y que lo formó gracias a mi cariño como el hombre que es hoy, cogí su pene y lo dirigí a mi vagina, suplicándole que volviera a casa, que eso era suyo y solo suyo por haber crecido ahí, me dijo que estaba deseando pero que antes quería comprobar el sabor de su madre, así que cogió, me dio la vuelta y me inclino la espalda, dejándome en pompa apoyada en la encimera, empezó a pasar su lengua por entre mis nalgas, me daba besos y restregaba su lengua con fuerza por mi ano y mis nalgas, me decía que me quería, que era lo mejor de su vida, y que no iba a olvidar ese momento nunca. Yo estaba gozando como nunca, notaba mis flujos bajar por mis muslos como pequeños afluentes de placer, estaba que no cabía en mi repitiéndole que por favor quería sentirlo dentro, que estaba extasiada, no sabia cuantos orgasmos había tenido ya, la situación, mi hijo, lo que me estaba haciendo, todo era un cúmulo de sensaciones que mi cuerpo no podía gestionar así que casi obligándole le cogí su pene y me lo introduje dentro, note su calor en mi vagina, sus empujones y sus dedos clavados en mi cuerpo, se me escaparon unas lagrimas no se si de placer o emoción, me preguntó que si me dolía, que porque esas lagrimas, y yo solo le dije que él era mi hijo, que jamás me haría daño, ni yo le haría daño a el, que igual que le enseñé a comer, y a valerse por si mismo ahora era yo, su madre, quien guiaba sus pasos en otro aspecto importante de la vida, el amor, el sexo, que esto nos uniría para siempre, y que siempre, siempre me tendría a su lado, porque para eso lo traje al mundo, para convertirlo en mi orgullo. El eyaculó dentro de mi a la vez que yo me retorcía de placer gimiendo y agarrándome a cualquier cosa que viese en la encimera de mi cocina, él me abrazo con fuerza mientras se vaciaba, y me besaba la espalda como si fuera su bien más preciado…
Esto ocurrió hace tres años, él ahora tiene 21 y yo 49, él disfruta de una relación con una chica que conoció hace un año y yo disfruto de mi marido y de mi familia, pero hay algo que tenemos en común, desde ese día estamos unidos y compenetrados para siempre, su actitud hacia mi cambio radicalmente, es muy cariñoso conmigo y yo estoy muy orgullosa de él. No volvimos a hacer el amor más, y nadie en la casa lo sabe, ni sospecha nada. Yo piense lo que piense, quien lea esto, estoy satisfecha de compartir con vosotros lo que fue un momento mágico de mi vida, ahora mi hijo me cuenta sus problemas y alegrías y me tiene como la confesora que necesita.
viernes, 12 de febrero de 2010
SEXO INFIEL
La sientes dentro moverse temblorosa mientras salen las últimas gotas, estás desnuda encima mío, con tu falda sobre la cintura, con la polla aún dentro deseosa, unida a mi pecho, con la camisa puesta y abierta cubriendo mi cintura mientras tus pechos desnudos acarician los míos sudorosos. No nos movemos.
Te sientes distinta, Llena.Habíamos estado durante meses intercambiando relatos. Cada vez que leía algo tuyo el deseo se apoderaba de mí con inquietud temblorosa. La mayoría de las veces el cosquilleo daba paso a una tremenda erección que me incitaba a buscarte en el chat para sentirte más cerca. Pero nunca estabas. Volvía a tus letras y notaba los testículos endurecerse y los movimientos sinuosos de mi aparato buscando una salida. Con el roce únicamente conseguía mojarme los pantalones y excitarme aún más. Pensaba en como serías, si algún día podría tenerte jadeante sobre mi, disfrutando de la infidelidad salvaje, de la liberación sin más. Si pensarías en tu marido mientras te amaba, mordisqueándote el cuerpo por entero, acariciando tus curvas, buscando tus recovecos. ¿Cómo estás? Bien ¿y tú? Como siempre, deseando conocerte. Este miércoles estoy sola, mi marido está de viaje en Roma ¿Me estás diciendo que quieres verme? Sí, por que no, ayer soñé contigo ¿Y qué soñaste? Ja, ja, ja, no te lo pienso contar, lo tendrás que descubrir. Muy bien, ¿y cómo quedamos? El miércoles saldré del trabajo a las 5, prepara un hotelito y nos vemos.
Muy bien, lo estoy deseando, me estoy poniendo caliente de solo pensarlo. Ja, ja, ja, quedamos en Colón, en el metro, en las taquillas, así podremos hablar mientras llegamos. ¿Muy bien que llevarás? Una faldita blanca y una camisa azul con puños blancos, llevaré un pañuelo rojo en la mano. Mmmmm, suena bastante bien, nos vemos entonces, cuídate. Igualmente, ciao. El miércoles ha llegado, he sufrido numerosas erecciones pensando en el momento de verte, pero no quería defraudarte, no quería llegar fuera de forma después de tanto tiempo deseando conocerte. Habíamos compartido muchos deseos íntimos pero ni siquiera se puede superar así el temor a lo desconocido, a encontrar algo peor de lo esperado.
Caminaba por las escaleras lentamente, no quería llegar sudoroso, y al volver la última esquina allí estabas, vestida como había imaginado, junto a las taquillas. Noté una erección tremenda entre mi ajustado slip, elegido para evitar inconvenientes en público. Me dirigí a ti, y al verme, tan juvenil, pudiste esbozar una sonrisa de agrado que me indicó tu aprobación. ¿Qué tal, Esther?, Bien, ¿dispuesto?, claro, eres estupenda, tal y como te imaginaba, sonreí mientras nuestras mejillas se tocaban por primera vez. Tú tampoco estás nada mal, jajaja. Y así entre comentarios propios de dos compañeros de trabajo, nos introdujimos en la marabunta del metro que a esas horas era infernal. Miraba tu escote, con mi mano acaricio tu cuello, aprecié el hermoso panorama e inicio de tu pecho mientras seguía subiendo hacia tu pelo. Lo aparté con cariño de tu cara y nos miramos a los ojos. Ambos veíamos lo que iba a suceder y ya casi no podíamos pararlo. Me tomaste de la cintura con las dos manos, sujetándote y en un leve movimiento nos besamos muy suavemente como amantes, con profunda sensualidad, sin despertar resquemores, sólo un instante en el que sentimos los labios superficialmente en preludio de nuestro postrero baile.
Así llegamos a la estación, desmadejados ya por el cansancio del metro y el deseo insatisfecho, estábamos a las puertas del hotel y entramos. Ambos habíamos comido ya, por lo que se trataba de pasar una tarde noche memorable. Llegamos a la habitación, te arrastraba de la mano deseoso de tenerte tendida junto a mí; un cierto sentimiento de incertidumbre se apoderaba de tu rostro mientras avanzábamos por el pasillo. Quizás no habías sido aún infiel como me habías contado y sin embargo el deseo se veía en tus pupilas.Entramos y contemplamos la habitación con esmero; me volví hacia ti. Ahora era yo el que en mi mayor juventud notaba un cierto acaloramiento en las mejillas. Quería desnudarme para tí, te guié hacia uno de los sillones y te invité a sentarte. Estabas preciosa y tus pezones comenzaban a perfilarse bajo la camisa azul. Me desabroché la corbata, y comencé a quitarme la camisa lentamente mientras fijaba la vista en tu alianza temblorosa. Allí estaba con el pecho descubierto ante ti mientras bajaba mis pantalones lentamente.
Me sentía algo ridículo, pero por tu cara de aprobación y nerviosismo intuía que te estabas poniendo cardíaca. Mi polla sobresalía ya por encima del borde del slip, totalmente desnuda, pidiendo ser liberada y así fue; una vez liberada me senté sobre la cama; tus ojos me miraban, y te pedí que vinieras. Te levantaste, tus dudas ya habían desaparecido cuando te colocaste de pie entre mis piernas mientras yo hundía la cara en tu vientre, sintiendo el calor en mis mejillas. Me acariciabas el pelo y comencé a besarte mientras mis manos recorrían tus gemelos hasta el pliegue de la falda.; Comencé a subirla, las palmas se deslizaban por tus femorales, y la falda se encogía hasta el inicio del culo, ¡que culito! Lo amasaba entre mis manos, deseosas por debajo de tu falda mientras tocaban livianas tu aparato mojado, cayendo sobre el borde de mis dedos índices. Notaba tu respiración en la cara, que apoyada sobre tu vientre se deslizaba sensual por tu cintura vestida. Un ahhhh suave como un susurro se escapaba de tu boca mientras mis manos frotaban el interior de tus muslos, dejando los dedos correr entre tu tanga empapado.
Te dejé por un instante de decepción mientras mis manos se apoderaron ahora de tus pechos temblorosos, desabrochando la camisa lo justo para ver su inicio y sentir la erección desbordarse en movimiento. Te masajeaba con rudeza, incidiendo en los pezones que eran duros como escarpias, y tú gemías con los ojos cerrados agradeciendo las caricias. Te desabroché la camisa por entero, y el pequeño sujetador cedió en mis manos desflorando la verdad de tu pecho excitado que jadeaba de deseo entre mis dedos. Mis ojos miraban las aureolas como hipnotizados, como el adolescente que ve unos pechos por vez primera mientras los toca indeciso. Estás a mi merced con los brazos caídos, dejándote hacer, sintiendo la fuerza de mis manos que ahora se deslizan por tu cuello, espalda y caderas. Mi lengua traza círculos de placer en tu ombligo desnudo mientras los pliegues del borde de tu camisa abierta acarician mi rostro, ahhhhhhh, que lentitud más placentera, mientras sientes como dejo caer tu tanga, como se desliza hacia los tobillos.
Mis manos suben de nuevo por tu vientre, abriendo tu camisa del todo y tomándote los pechos con firmeza, te pellizco los pezones con mi índice y pulgar mientras te mueves y estiro, te atraigo hacia mí. Te dejas caer y me besas el cuello, nuestras lenguas se acarician deseosas un instante, y te vuelves a alzar, gimes, mmmmmm, mmmmm, comienzas a moverte entrecortada, ahhhh, rápido, tus caderas me presionan, y sigues moviéndote, estás follando de miedo cariño, ahhh, te susurro mientras profieres gritos de placer, ahhhhhhhh, nos vamos casi al unísono y te dejas caer sobre mí, sudorosa. Mis manos se cierran sobre tu espalda, siento tu pecho revolverse encima mío, te beso, te beso, y nuestras lenguas son metáfora del fluido que ahora compartimos en tu interior. La sientes dentro moverse temblorosa mientras salen las últimas gotas, uffffff, comprimo mi boca contra tu cuello, ahogando mi respiración contra tu piel. Nos besamos. Estás desnuda encima mío, con tu falda sobre la cintura, con la polla aún dentro deseosa, unida a mi pecho, con la camisa puesta y abierta cubriendo mi cintura mientras tus pechos desnudos acarician los míos sudorosos. No nos movemos.
Te sientes distinta, Llena, cuando te incorporas levemente y nos miramos con gratitud. Te incorporas y se va saliendo, cae ligeramente adormecida contra mi muslo izquierdo, y el líquido que llevas dentro gotea sobre mi devolviéndome el calor que has sentido. Te contemplo, erguida sudorosa, bella, y te ayudo a quitarte la camisa. Te echas a mi lado y te despojas de la falda. Ahí estamos, tumbados desnudos sobre la cama. Nos juntamos aún más, y me pasas la mano por la cadera mientras te abrazo. Nos tapamos mientras nos besamos con parsimonia. Allí entre las sábanas son todas caricias, nuestros pies se recorren a lo largo de las piernas, las caderas se juntan, las manos tantean senderos de sensaciones nuevas que te devuelven a la adolescencia perdida. Nuestras lenguas se tocan, se sorben, juegan, entran y salen entre los labios. Nos revolcamos y ahora estoy encima de ti, sientes la presión de mi cuerpo sobre ti, y ahora noto la humedad renacer entre mis piernas. Me parece increíble tenerte por fin allí debajo. El olor de tu piel me reclama y de tu boca paso al cuello con rapidez mientras mis manos buscan en tu espalda, de nuevo percibo en ti la excitación mientras recorro tu garganta, y tus pechos están ahora a mi alcance. Comienzo a comerte los pezones con delicadeza, mordiéndolos poco a poco, atusándolos con mis manos. Lengüetazo a lengüetazo siento como crecen y me pierdo en las aureolas, haciendo ahora más presión, cierro mis labios con fuerza y aspiro facilitando su endurecimiento mientras mis manos buscan ya tu entrepierna, presionando entre nosotros. Paso de uno a otro con rapidez, mientras tus manos se posan en mi nuca, y decido parar, es el momento – quiero que te sientes, sobre la almohada, sobre el cabecero. Me obedeces, sabes lo que voy a hacer y sonríes. Te acomodas en oblicuo dejando caer tu espalda sobre el cabecero y abres las piernas. Veo tu vagina chorreando levemente y la quiero toda para mi.
Me deslizo ante ti, te beso como pidiéndote permiso y me hundo entre las sábanas. Notas como me muevo, y suspiras cuando sientes la lengua por primera vez en la parte interior de tu muslo derecho. La sensación de que un extraño te relama el clítoris te remueve el cuerpo, y notas como tus piernas tiemblan de deseo. Notas mi respiración cuando la nariz se aproxima saboreando el olor de mujer que desprende tu intimidad. Mmmmm exclamas cuando mi lengua acaricia por primera vez tus labios, recorriendo toda tu abertura desde abajo hasta arriba. La paso por ambos lados, recogiendo y distribuyendo jugos, introduciendo toda la lengua en deslizo por él tu líquido, lamiendo de nuevo mientras mis dedos mojados entran con facilidad, aún te contraes sorprendida – ¿puedo? – asientes con la cabeza, y te dejas caer de lado, juntando tu espalda con mi vientre mientras mis dedos salen de tu ano.
Me echo detrás de ti, no puedo dejar escapar la oportunidad y sitúo la cabeza de mi polla entre tus glúteos, con la mano cogiendo la base la tomas y con un ligero movimiento te la introduces poco a poco. Así cm a cm, la notas entera, presionándome con tus paredes, mmmmmmmm te mordisqueo el cuello mientras inicio pequeños movimientos de sube y baja, notando tus glúteos a cada uno. Chas, chas, empieza a sonar, estamos muy mojados, y sale y entra muy bien, mmm te mordisqueo la oreja que está a mi alcance mientras te cojo las tetitas y el vientre, mi lengua recorre tu oreja y comienzo más fuerte mientras mis dedos se posan en tu vagina de nuevo, frotando, quiero que te corras de nuevo, un, dos, tres, veinte sacudidas, notando el cosquilleo, mientras el sudor nos invade, mis dedos entran y salen de ti, y mi otra mano te recorre entera mientras tu cuello y tu boca complacen mi lengua deseosa.
Ya no aguanto más, ahora soy yo el que prorrumpo en jadeos a cada acometida, ahhhh, ahhh, me contraigo, chas, chas, chas, ahhhhhhhh, me voy dentro de ti de nuevo, mientras sostengo tu mano con la mía, acariciando tu alianza satisfecha posada en mi culo sudoroso, pidiendo siempre más. No puedo dejarte a medias, y sigo acariciándote, besándote. La saco con cuidado y me siento sobre el cabecero, te levantas y te sientas delante mío con las piernas abiertas mientras mis manos te trabajan. Apoyas tu nuca en mi hombro derecho, y mis manos te frotan los pechos de nuevo, bajan al clítoris y te frotan, con intensidad, en círculos ansiosos, con fuerza, te masturban hasta la exaltación de tus gemidos, que se entrecortan al morderme el cuello pidiendo más, aaaahhh, ahh, así, así, no pares cariño, falta poco, mis dedos entran y salen, reparten la humedad, ahhhh, ahhh. Y finalmente caes sobre mi hombro sudorosa mientras sientes mi respiración en la espalda. De nuevo, besos y caricias tímidas, sonrisas, más besos. Y así nos quedamos dormidos. La noche nos espera.
miércoles, 10 de febrero de 2010
SOFIA Y VALENTINA
Hola mi hombre es Valentina y quiero contarles mi primera experiencia, fue algo tan lindo que jamás olvidare no fue solo mi experiencia sexual que de paso fue también mi primera experiencia lesbica.
Soy la única hija de un matrimonio mayor, por lo tanto siempre fui mimada y complacida en todo, tanto por los parientes de mi madre como por la familia de mi padre.
Cuando estaba convirtiéndome en mujercita, mis padres viajaron por motivos de salud a otro país y me dejaron en casa de una tía que era viuda y sin hijos. Al principio me la pasaba muy aburrida, la tía Sofía era una mujer muy sería y aun que era bastante joven, creo que entonces tendría unos 35 años, tenia un carácter muy recio, siempre la había tratado en reuniones familiares y no era muy cariñosa con los niños por lo que la mayor parte del tiempo me ignoraba, pero la convivencia en esas semanas, me la demostró como una mujer muy agradable, dulce y simpática; por las mañanas yo iba al colegio y por las tardes la acompañaba a la peluquería de la que era dueña, ahí las chicas que trabajaban para ella se divertían peinándome y maquillándome, todos al verme me decían muchos piropos, era yo una chica muy bonita, con una larga cabellera lacia y oscura, había heredado de mis abuelos andaluces los ojos grandes y negros, era alta para mi edad y rellenita de curvas pronunciadas, por lo que al verme siempre me daban mas edad de la que tenía, para entonces tenía mis pechos bastante desarrollados y nalgas y caderas redondas.
Ese día en particular, las chicas insistieron en maquillarme y me hicieron un coqueto peinado que me hacía parecer mucho mayor, mi tía al verme hizo un gesto de reprobación para el gusto de ella tenía los labios demasiado maquillados pero me dejo seguir así toda la tarde. Cuando volvíamos a casa durante el trayecto comenzó a preguntarme si tenía novio, yo espantada le dije que no, y me platico de sus novios, de cómo era ella cuando tenía mi edad y hasta me dijo que éramos bastante parecidas físicamente.
Cenamos juntas y luego de ducharnos ya para dormir, me invito a ver la tele en su cuarto, me puse cómoda con una camisetita tipo top y unos bóxer, ella llevaba una bata color champaña, nos metimos ambas en la cama como habíamos hecho en otras ocasiones, cuando casualmente puso su mano en mi pierna izquierda, y la comenzó a frotar acercándose a mi chochito, cuando se acerco mucho, me volví a verla y ella me sonrió, era en verdad una mujer hermosa, de abundante melena negra, larga y rizada, sus dientes eran blancos, perfectos, y sus ojos tan grandes y oscuros como los míos brillaban con gran intensidad, por alguna razón me fije en que no llevaba sostén y sus senos grandes, mostraban unos pezones erectos, generosos, pensé que en un tiempo también mis pechos tendrían aquel tamaño, y aun no se por que pero separe mis piernas, ella me vio a los ojos y deslizo su mano por encima del bóxer pero ya sobando mi conchita, abrí un poco mas las piernas y fingí que veía la tele, pero las caricias que tía Sofía hacía en mi concha eran tan efectivas, que comencé a sentir que mi cuerpo entero temblaba, y moví mi cadera quería acelerar aquel movimiento y un leve pujido se escapo de mis labios, eso fue suficiente Sofía acerco su rostro a mi, y me dio mi primer beso fue algo delicioso, dulce, apasionado, comenzó suavecito con mis labios y como yo cedía introdujo su lengua y las caricias de su lengua el mete y saca de su lengua en mi boca y los frotamientos en mi sexo me hacían jadear, era delicioso.
¿Te gusta Valen?, ¿Quieres más? – me pregunto, yo le dije que sí y ella procedió a despojarme de mi top y del bóxer que llevaba, estaba ahí en su cama desnuda y jadeando, la verdad es que quería disfrutar más de las caricias de tía Sofía, y no me hizo esperar mucho, pues se coloco en cuatro sobre mi y comenzó a mamar mis pechos, tenía los pezones pequeños pero respondieron al estimulo de su lengua tibia, mientras sentía que mi sexo también tibio se humedecía, tía Sofí paso mucho tiempo en mis pechos, y con sus manos acariciaba mi abdomen, brazos pero me gustaba mas cuando su mano hurgaba en mi chochito y me frotaba el clítoris, luego de eso me hizo poner boca abajo, y acaricio mis piernas, muslos y espalda, luego me mordió suavemente las nalgas y me hizo abrir las piernas y me acaricio el clítoris en esa posición, después me acostó atravesada en la cama con las piernas colgando y ella me dio lo mejor que me han dado en mi vida: Una exquisita mamada, comió mi sexo como una diosa, tomo mi clítoris como un caramelo su lengua guiaba los movimientos de todo mi cuerpo y en esos momentos yo no tenia ni piernas, ni brazos todo mi cuerpo era aquel pequeño promontorio que mi tía succionaba a su antojo, no sabia reconocer esa sensación pero fueron unos orgasmo cataclismicos los que me regalo mi divina tía Sofía, sentí en uno de ellos que mi tía me había introducido dos de sus dedos en mi vagina y me penetraba entonces me dijo que encogiera mis piernas para poder penetrarme mas profundamente y sentí dolor, pero con su dedo pulgar de la mano izquierda mi tía me frotaba el clítoris por lo que nuevamente levante la cadera sin importarme el dolor que luego fue solo placer; fui desvirgada esa misma noche por mi tía, la señal fue un pequeño hilo de sangre en los dedos de mi tía, los que ella llevo a su boca y los chupo frente a mi y me dijo “Te desvirgue Valentina”, la frase me calentó más por lo que tuve un bis, mi tía me comió nuevamente el chochito, estaba algo adolorida de mis piernas, las había tenido abiertas durante mas tiempo que nunca, pero no paraba de gozar.
Dormimos juntas un rato, pero ya avanzada la noche me desperté al lado de mi tía ella también estaba desnuda y a la claridad de la ventana, contemple su cuerpo esplendido, liso, aun que algo entrada en carnes, sus pechos grandes de pezones achatados, y su sexo bien depilado de regular tamaño, me concentre en sus pechos, quería mamar de ellos como un bebé, como ella había hecho conmigo hacía un rato, y lo hice, por lo que ella se despertó y me vio con alegría, torpemente trate de hacer lo que ella me había hecho y seguramente mi tía ya estaba caliente por lo que había pasado que no me fue complicado oírla gemir de placer, mi mano se deslizaba por aquella concha grande y jugosa, por lo que no resistí, quería comérmela, necesitaba saborear lo que ella había saboreado, y me dio mucho placer hacer gozar a mi tía, mi cara en su concha con sabor y olor de sexo, de hembra caliente, giraba al ritmo que ella giraba su cadera, fue algo inolvidable.
Amanecimos abrazada y dormimos así los tres meses siguientes, luego volvieron mis padres y yo volví con ellos, pero de ahí en adelante, fin de semana y vacaciones pase con mi guapa tía Sofía.
Eso me sucedió cuando recién cumplí la mayoría de edad, ahora tengo 28 años y he disfrutado de muchos hombres y mujeres, pero mi tía me enseño a no darme por menos que el verdadero gozo sexual, y he descubierto que es delicioso ser penetrada por un hombre pero que lo mas exquisito es tener en el sexo la lengua tibia y húmeda de una mujer, siempre vuelvo con ella que es tan buena y deliciosa para mi.
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