domingo, 26 de abril de 2009

EL JARDIENRO, 1

El Jardinero



Soy una mujer de 30 años, rubia, ojos color verde y tengo un cuerpo excelente, una cola bien paradita y unos pechos que son para envidiar, además voy muy seguido al gimnasio así que no tengo sobrepeso. Me presento así para que puedan tener una imagen de mí y puedan imaginarse mas lo que les voy a pasar a contar.

Estoy casada hace 5 años con un empresario que es adicto al trabajo el solo tiene tiempo para pensar en sus negocios. Trabaja en una empresa multinacional y gana muy bien, así que yo no preciso trabajar, cosa que hice toda mi vida, yo lo respetaba mucho pero hace tiempo que me siento abandonada ya que el no me presta mucha atención, porque siempre llega cansado del trabajo.

Tenemos una casa muy grande en Olivos, frente al rio, y con un parque muy grande. Yo amo la jardinería tengo millones de plantas de todo tipo. Un día visitando un vivero que me habían recomendado, conocí a Sebastián un chico de 22 años hijo del propietario del local. Es un chico que se crió en el campo, ya que ellos tienen campos a las afueras de la ciudad donde cultivan arboles y plantas. Él siempre trabaja en el campo así que tiene un físico espectacular, con muchos músculos muy marcados, piel siempre tostada por el trabajo rudo del campo, además tiene pelo rubio con bucles, ojos verdes y una cara de salvaje terrible, realmente estaba para comérselo. Él trabaja arreglando y decorando jardines, pero es muy tímido e introvertido. Todo lo contrario a mi esposo ya que él vive de traje y es una persona que tiene que demostrar siempre una imagen artificial.

Decidí contratarlo para que me ayude a restaurar todo el parque de mi casa, trabajo que le iba a llevar un buen tiempo.

El primer día que vino a trabajar tenia puesto un enterito y sin nada abajo, así que se le veían todos los músculos de los brazos y la espalda, sinceramente me estaba calentando mucho, y por esos días mi marido todas las noches llegaba cansado y no quería tener sexo conmigo. Yo no sabia que hacer estaba muy caliente y comencé a masturbarme cosa que no hacia ni cuando era adolescente. Además lo asía con bronca ya que me considero una mujer muy atractiva y era injusto para mí tenerme que arreglarme sola.

Todos los días yo le llevaba refrescos y comida a Sebastián, me quedaba charlando un ratito y él seguía trabajando, era un chico que se concentraba mucho en lo que hacia pero yo observaba que me miraba muy tímidamente, luego me marchaba a mi habitación y desde la ventana de la misma lo miraba como trabajaba, y soñaba que él me poseía y me hacía el amor con toda pasión, claro siempre terminaba masturbándome. Un día cansada de lo mismo decidí dejar de soñar y llevar a la realidad mis fantasías con Sebastián.

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